Lorenzo, el hombre que recibió un disparo la semana pasada en Zarandona, ha gastado una nueva vida. «Esta es ya la novena, por lo menos», afirma. Una bala le entró por la parte derecha del cuello y le salió por el tórax tras rozarle un pulmón. De milagro está vivo para contarlo. Este vecino de Jumilla, ya en casa con el alta médica, reconoce que él no es ningún santo, pero sale al paso para aclarar que él no tiene nada que ver con negocios de prostitución en la vivienda en la que ocurrieron los hechos ni tampoco con locales clandestinos de timbas de póker.

«Tampoco se incautaron de grandes cantidades de droga, eso es mentira», asegura, aunque no esconde su relación con la cocaína y el ´speed´ y reconoce que alquiló un piso en el camino de Olmos de la pedanía murciana «para pegarme mis fiestas», con los amigos y la que hasta unos días era su pareja, Carolina.

El día de marras, que tenía más de mil euros en efectivo en casa «de la venta de una grúa», cuenta que, por la tarde, llamaron dos tipos al timbre de su casa preguntándo por un amigo en común, apodado ´El Gitanillo´, que al parecer estaba en la discoteca Maná, en el Mar Menor. Él, confiesa, ya se quedó con la mosca detrás de la oreja.

Pues esas mismas dos personas fueron las que, de noche, volvieron al piso para arrebatarle el dinero. Al principio no mostró resistencia, pero luego se abalanzó sobre uno de los ladrones, con el fin de quitarle a uno de los asaltantes la mochila donde había metido los billetes, «y fue cuando el otro me metió el tiro». Todavía ayer se podía observar la sangre ya seca en el suelo de la casa tras el suceso. Las dos personas fueron detenidas rápidamente por la Policía e ingresaron en prisión por orden del juzgado de instrucción número 9 de Murcia.