Un ambiente distendido y las sillas en forma de semicírculo, como si se tratara de una reunión entre amigos que se conocen de toda la vida. Así transcurrió a lo largo de toda la mañana el acto de despedida de los once extranjeros que han estado en la Región con el Servicio Voluntario Europeo (SEV), respaldado por Erasmus+, el programa de la Unión Europea para la educación, formación, juventud y el deporte.

Acompañados de los responsables de las asociaciones o entidades con los que han estado a lo largo del curso, los jóvenes han colaborado en actividades como la implicación civil, asistencia social, inclusión de desfavorecidos, conservación del medio ambiente, impulso de la cultura, la creatividad o la cooperación al desarrollo. Entre las entidades citadas se encontraban Copedeco, Coordinadora de Barrios o Asociación Murciana de Rehabilitación Psicosocial.

El director de Juventud Francisco Sánchez se encargaba de conducir y presentar el acto. Su cercanía y humor hicieron que la mayoría de los voluntarios se mostraran más participativos y menos tímidos a la hora de contar sus experiencias.

Antes de dar paso a los protagonistas, Sánchez quiso agradecer la labor de los voluntarios y de las entidades: «Tenéis un corazón enorme, no hay nadie más solidario con los demás que un joven». Desde países como Armenia,Polonia, Estonia, Italia, Alemania, Grecia, Portugal o Polonia llegaban los voluntarios a la Región.

Algunos jóvenes no pudieron asistir al acto por haber regresado ya a su país de origen, como fue el caso del checo Tom Pavlon o de la austriaca Caroline Lang. Alo-Allar, de Estonia, prefería contar en inglés su experiencia en la recuperación de la huerta murciana: «Durante estos meses he comprendido realmente el valor y la importancia de la huerta murciana y sus productos».

La armenia Vardanush Hovhannisyan confesaba que en su experiencia en Murcia «sin duda, los hechos positivos han superado a los negativos, sin duda».

Anna Bienko, de Polonia, estuvo realizando actividades de apoyo a personas con discapacidad encaminadas al empleo y transición a la vida adulta en Astrade, en Molina de Segura. Como voluntaria, cuidaba de personas autistas y con síndrome de Asperger pertenecientes al centro molinense en escuelas de verano, piscinas o incluso en diversas excursiones a las playas de la Región.

Especialmente anecdótico fue cuando contó que, junto a su compañera de piso, se había pasado el invierno consumiendo ajo, propio de la ciudad molinense, con limón, patrimonio de los murcianos: «Al saber que el ajo aumenta las defensas, comía mucho en invierno para combatir los resfriados».

Muchos de ellos tenían sentimientos encontrados: querían volver a sus países, pero también les daba pena dejar el lugar donde han pasado una de las experiencias más importantes de su vida. Lo que queda claro es que más de uno volverá a Murcia en el futuro.