Al grito de «¡viva la Virgen del Rocío!», «¡viva la Virgen de la Fuensanta!» y «¡viva la Cruz de Caravaca!» caían, en la calle San Nicolás, pétalos sobre el carro, tirado por los bueyes, que transportaba La Custodia. Antes, caballos y jinetes, flores en el pelo y panderetas. El fervor del camino está presente en la ciudada, gracias a Hermandad del Rocío de Murcia.