Se llama Bob, tiene dos años y medio y ayer se asustaba «un poquito» cuando el cura le tiraba encima el agua bendita, relatan sus dueñas, Ainhoa y Josefa. Bob es un conejo, y ayer se convertía en uno de los animales que gozan de la protección de San Antón, tras participar en la tradicional bendición que tenía lugar, como cada año, a las puertas de la ermita.

La Policía cortaba la calle, a la altura del Jardín de la Seda, debido a la proliferación de vecinos que se arremolinaban para que sus mascotas disfrutasen del tradicional evento. A Bob lo sacaban de su casa -donde está habitualmente suelto- y permanecía en brazos de una de las dos hermanas con las que vive. Al ser el único conejo -entre una proliferación de perros-, su presencia llamaba la atención. Lo acariciaba con cariño hasta el alcalde de Murcia, José Ballesta, mientras que otros paisanos hacían la típica broma macabra: «Qué buen arroz con conejo haría yo con eso».

Perros grandes, perros diminutos con lazos en el pelo, perros de raza y perros sin pedigrí se daban cita en San Antón, en brazos de sus dueños o en correas tiradas por ellos. Perros con jersey, para protegerse del frío. Ni un gato. «Los gatos son más ariscos y no los pueden traer a estas cosas. Yo tengo dos en mi casa, y con mi perra se llevan muy bien, pero si traigo yo al gato a un sitio de estos se puede armar la de Dios es Cristo», comentaba una mujer. «Los gatos son traicioneros», respondía un señor, a su lado. «Por eso mismo, más necesitarán estar bendecidos», argumentaba ella.

También para peluches

Destacaba también entre la masa de perros la jaula del canario Teo. La portaba, sonriente, Alejandro, su dueño. Es el tercer año que lleva a Teo a la bendición. Los barrotes de la jaula estaban decorados con pequeñas cintas de la bandera de España.

Junto a él, unas niñas alzaban muñecos de peluche -un perro y un cerdo- para que también les llegase el agua bendita. Porque, evidentemente, para ellas esos peluches también tienen alma y derecho a estar protegidos.

Al término del acto, José Ballesta elogió «esta costumbre muy entrañable y muy cariñosa», al tiempo que recomendó acudir a la bendición de San Antón «a todos los que tengan animales. Para las mascotas y también para los propietarios, que a veces les hace más falta», dijo, con una sonrisa.

Preguntado por si él tiene animales en casa, el regidor detalló que su hija pequeña tiene una ninfa (un ave de la familia de las cacatúas). «Al único que hace caso es a mí, me llama cuando voy por el ascensor», relató Ballesta.