«No llores, que, si lloras tú, lloro yo. Dale muchos besos a la cría y cuídala». Así hablaba ayer por teléfono Isabel Mª Meseguer con su hija Loli. Loli ha huido de Murcia con su hija Mª Dolores, que en dos semanas cumplirá dos años. Y lo ha hecho para evitar que los Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma se queden con la custodia de la pequeña.

«No la hemos entregado», admitían ayer Isabel y su hijo, Francisco José Campillo. Reconocen que a las diez de la mañana tenían cita con el asistente social, para que se llevase a la pequeña. «Pero es que no es justo para la niña, a ella no le falta de nada», subraya la abuela de la pequeña María Dolores. Una mujer que rompe a llorar cuando habla de su única nieta. Que es, a todos los efectos, como si fuera su hija.

Loli, la madre de la pequeña, tiene 20 años ahora y diagnosticado un grado de discapacidad de nivel 51. Pese a ello, «ella sabe hacer de cenar, baña a su hija, la cuida y la quiere con locura», insiste la abuela. No obstante, al tener esta discapacidad la madre, Isabel se implicó de lleno en la crianza de la pequeña Mª Dolores desde el principio. Cuando su hija apenas tenía dos meses, Loli denunció a su pareja -y padre de la menor- por malos tratos. Un juez dictó una orden de alejamiento, pero el hombre no entró en la cárcel, relata la abuela de la niña.

«Yo a mi nieta la tengo desde que nació, y no me he apartado de ella para nada», destaca Isabel, que no entiende por qué los Servicios Sociales se centran en su caso. Le han dicho, explica a LA OPINIÓN, que «no puedo cuidar a mi nieta porque ya cuido a mi padre, que tiene 93 años y un principio de alzhéimer».

En casa de Isabel entran cada mes casi 1.600 euros, sumando el dinero de la pensión de su padre y la nómina del trabajo fijo de su actual pareja. Su esposo falleció, apunta la mujer, de 44 años. «Yo me he visto sola y he sacado a mis cuatro hijos adelante», comenta. Además, la familia vive en una casa que «está pagada», en la barriada de Los Rosales, en la pedanía de El Palmar.

En este sentido, el tío de la pequeña -que también llegó a solicitar la custodia y se la denegaron- señala que en Los Rosales «hay vecinos que consumen droga delante de sus hijos y nadie hace nada, no van Servicios Sociales».

Sobre la pequeña Mª Dolores, la abuela deja claro que «yo lo que quiero es luchar por ella, no quiero que me la quiten».

«A mí me dice ´mamá´. Para mí no es mi nieta: es mi hija. No me he separado de ella ni un momento, y me están haciendo mucho daño», precisa Isabel, que rompe a llorar cuando habla de la pequeña Mª Dolores. Preguntada por si tiene miedo de que la Policía se plante en su casa debido a la huida de Loli con la niña, Isabel admite que sí.

Francisco José, por su parte, ha comenzado una recogida de firmas para pedir que la niña se quede con su familia. De momento, la hace entre sus vecinos. «La niña está perfectamente, ¿acaso está mal, está desnutrida?», se pregunta, a la vez que muestra un vídeo de la menor el pasado Carnaval. El joven tiene la idea, además, de habilitar una página web en la que la gente firme.