Elegir una carrera universitaria y darte cuenta de que te has equivocado después de pasar el bachillerato y la selectividad no tiene que ser nada fácil. Esto es lo que le pasó al 11,5% de los murcianos el curso pasado, que se cambiaron de grado, según datos del Sistema Universitario español. Pese a que la equivocación es de las cosas más básicas del ser humano (y con la que más se aprende), a algunos jóvenes se les hace difícil gestionar ese sentimiento de decepción y culpa. Hay quienes piensan que se trata de una segunda oportunidad y para los que supone perder el tiempo. Es por ello que la Universidad de Murcia ha preparado un plan de reorientación destinado a evitar el abandono, OrientUM. Este proyecto, diseñado por el Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE) de la UMU, va a incidir en los factores vocacionales de los estudiantes, así como en el autoconocimiento de sus valores, capacidades, etc., que les ayude a reconducir su futuro y «prevenir los desajustes».

Antonio Llamas, orientador del COIE, asegura que muchos jóvenes «eligen porque sus padres se lo recomiendan o porque un profesor les ha inspirado en un momento dado». Con OrientUM quieren que los estudiantes entiendan «que no se trata de elegir solo carrera, sino a qué profesiones te lleva esa carrera». Sobre todo, «que no sientan que han hecho algo mal, puesto que es una decisión compleja con muchos condicionantes», explica Llamas.

Cuatro jóvenes de la Región nos cuentan a través de su experiencia personal lo que supone un cambio así y qué lo motiva. Cuatro cambios radicales con el objetivo de cumplir un sueño.

Jesús Gallego. De estudiante de Publicidad a Policía

«A falta de un año para acabar, paré para ir a por lo que verdaderamente quiero»

Hay decisiones que cambian totalmente el rumbo de tu vida y la de Jesús Gallego es una de ellas. Este joven murciano de 22 años abandonó Publicidad a solo un año de terminar la carrera para preparase las oposiciones a Policía Nacional. El porqué abandonó Publicidad es una cuestión que aún hoy se le hace «difícil de contestar». Después de tres años en un grado al que se metió porque siempre le había gustado el mundo de la comunicación, no terminó de encontrar su sitio. «Me he llevado unos compañeros maravillosos pero no me veía como publicista para ganarme la vida», explica. Así que dio prioridad a una idea que llevaba arrastrando desde bachillerato y por la que no se había decidido porque después de la selectividad lo último que le apetecía era prepararse unas oposiciones «teniendo apenas 18 años». El cambio, tan radical, fue «bastante complicado», sobre todo porque se le hizo muy duro «dar la espalda a los tres años que llevaba en la universidad». «A falta de un año para acabar, paré para dejarlo todo e ir a buscar lo que verdaderamente quiero hacer con mi vida profesional». Pese a la dura decisión, Jesús no cree que perdiera un año. De hecho, no le importaría, una vez siendo policía, acabar el año que le queda de Publicidad. Asegura que ahora afronta el futuro «con más ilusión y ganas que nunca».

Isabel Bolet. De estudiante de Periodismo a Enfermera

«No me sentía realizada, fue una de las peores épocas de mi vida»

Esta joven cartagenera de 21 años compagina sus estudios con el fútbol. De su amor por practicar y ver deporte vino precisamente su primera elección, el Periodismo. «Comencé a escribir crónicas para algunos periódicos digitales locales y me gustó», cuenta Isabel. No obstante, lo que realmente siempre le había gustado, también relacionado con el deporte, era la salud. Aunque ya andaba lejos del camino sanitario, el destino se lo volvió a poner delante de sus ojos. Isabel suele hacer de voluntaria de Protección Civil y un día le dejaron a cargo de la caseta de primeros auxilios. «Empezó a llegar tanta gente y tuve tantas ganas de ser yo la que les ayudara que ahí me di cuenta de que realmente esa era mi vocación», explica. De esta forma, Isabel dejó apartado el periodismo como un hobby y se decidió a estudiar para conseguir plaza en Enfermería, algo que según ella misma asegura, fue «muy difícil». Estuvo tres meses estudiando una sola asignatura de bachiller de la que no había recibido clases para presentarse a la selectividad de nuevo. «No me sentía realizada, fue de las peores épocas de mi vida», apunta la cartagenera. Además, a su padre no le pareció buena idea que empezara a dejar de ir a clases de Periodismo: «Me repetía que fuera a clase, le daba mucho miedo que perdiera dos años. Pero sé que también lo decía porque así tendría una razón más para conseguir entrar: demostrar que se equivocaba».

Irene Sánchez. De estudiante de Biotecnología a Filóloga

«Pensé que Cervantes, Machado o Kant aún tenían muchas cosas que enseñarme y entonces di el paso»

Nacida en Elche pero residente en Murcia desde bien pequeña, Irene Sánchez acabó el bachillerato científico con notas brillantes y pudo elegir lo que quería. Con las Humanidades detrás de la oreja, optó por ser prudente y seguir la línea científica y se decidió por Biotecnología, pero se equivocó. «No es que no me fuera bien, porque terminé el año con éxito, es que me di cuenta de que no era mi lugar», explica Irene, que añade que en su primera opción «hay mucha competencia, tienes que invertir mucho tiempo y para eso tienes que estar seguro». Irene no lo estaba y, aunque en ese año aprendió cosas fascinantes, cuando se dio cuenta de que no había tenido tiempo de coger un solo libro que no fuera de química vio todo aquello que estaba dejando por el camino: «Pensé que Cervantes, Machado o Kant aún tenían muchas cosas que enseñarme y entonces di el paso». Más que un paso, esta joven de 22 años dio un salto, ya que desterró de su vida académica las ciencias y se adentró en Filología Hispánica. «Mucha gente no logró entender que una estudiante de sobresaliente en ciencias se pasara a estudiar una carrera de letras. Hay muchos prejuicios», cuenta Irene, que piensa que «vivimos en una sociedad pragmática que idolatra la tecnología, y las Humanidades son más necesarias hoy que nunca».

Alejandro López. De estudiante de ADE a Psicólogo

«Ahora sé que un psicólogo me hubiera podido ayudar a tomar una decisión tan importante»

La motivación es uno de los pilares fundamentales que sostienen la carrera estudiantil de los jóvenes y a Alejandro López, del murciano Barrio del Progreso, esa pieza le falló. Empezó en 2013 ADE porque era algo que siempre había tenido en mente. Un año después, se dio cuenta de que no era como lo había imaginado y se desmotivó. «No estaba motivado al estudiar, no es que no me gustara, pero no me motivaba», cuenta él mismo. Así que decidió cambiar drásticamente de rama para cursar Psicología, una carrera a la que llegó a interesarse «a través de un amigo que la estaba cursando». «Empecé a buscar de lo que trataba, posibles salidas y demás y decidí lanzarme», asegura el joven, que desde el principió contó con el respaldo de su entorno. Con 21 años y a falta de uno para terminar Psicología, califica de irónico que no necesitara el respaldo de un profesional: «Ahora sé que un psicólogo me hubiera podido ayudar a tomar una decisión tan importante». Sin duda fue una decisión arriesgada, pero para él no ha supuesto un error ni una pérdida de tiempo. «No lo considero un fracaso, mejor equivocarse una vez y acertar para toda la vida que no asumir tu equivocación y fallarte a ti mismo», asegura Alejandro, quien, quizá en unos años, pueda basarse en su experiencia para orientar a otros jóvenes en esa situación.