Se llamaba Lucía y ha muerto con sólo 13 años. Fue su propia madre quien la encontró ahorcada, en su cuarto de su domicilio de la pedanía murciana de Aljucer. Lucía era la única hija del matrimonio formado por Joaquín y María Peligros. Desde hace años, venía sufriendo acoso escolar. Lo había contado y había pedido ayuda. Primero estudió en el instituto Ingeniero Juan de la Cierva, en la pedanía de Patiño, y desde ahí, debido a la situación, había pasado al Cascales, en Murcia. El acoso se venía produciendo, dicen sus allegados, desde la época del colegio. La familia tiene muy claro que Lucía decidió este desenlace para su vida porque no podía aguantar más.

Del caso se ha hecho cargo el Grupo de Menores de la Policía Nacional de Murcia (GRUME). Este departamento ha abierto una investigación y ya ha tomado declaración a los padres. Ahora, las indagaciones han de hacerse en el entorno educativo de la pequeña.

El inspector jefe del GRUME, Alejandro Cruz, se personó en el lugar del suceso y tomó el mando de la investigación. De hecho, se comprometió con la resolución del caso hasta el punto de dar su teléfono personal a los padres de la pequeña, para que le llamasen a la hora que hiciera falta, confirmaron ayer fuentes familiares.

No es el primer caso de acoso que el GRUME lleva entre manos. Recientemente, este departamento arrestaba a dos menores de edad por presuntamente increpar a un compañero de clase debido a la condición homosexual de éste. La víctima -también menor- llegó a un grado de desesperación tal que estuvo a punto de arrojarse a las vías del tren. No lo hizo, denunció y la Fiscalía de Menores tiene el caso entre manos.

Volviendo a Lucía, fuentes familiares indicaron ayer que el pasado 21 de diciembre una limpiadora del Cascales -instituto ubicado en La Glorieta de Murcia, en el que actualmente estaba escolarizada la niña- encontró una carta de despedida de esta, la cual entregó al director del centro. El director se la entregó a la madre de la pequeña. Ahora la carta está en poder de la Policía Nacional, según explicaron desde el entorno de esta joven víctima. Los compañeros y amigos que Lucía deja en el instituto Cascales recuerdan cómo su tristeza era patente los días antes de su suicidio.

«Lo arrastraba años»

El pasado martes, cuando Mª Peligros encontró a su hija, avisó al 112. Sanitarios se desplazaron a la vivienda, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida de la menor, confirmaron en el Centro de Coordinación de Emergencias. A continuación, se avisó a la Policía.

El cadáver de la niña fue trasladado al Instituto de Medicina Legal, en la capital murciana, donde forenses practicaron la autopsia.

El acoso «lo lleva arrastrando desde el colegio. Y, luego, en el instituto, iban los mismos (acosadores). La cambiaron de centro, pero la cría ya estaba hecha polvo», contaban ayer parientes carnales de la pequeña Lucía en el tanatorio Arco Iris, donde fue velado el cuerpo y donde hoy se celebrará una misa, tras la cual se procederá a la incineración.

Se acomplejó porque la llamaban «gorda y fea»

«Se veía fea y gorda, que es lo que le decían», lamentaba ayer una prima de la difunta en la sala 3 del tanatorio Arco Iris, donde se vela desde ayer a la pequeña. Y lo hacía mostrando en su móvil una fotografía de Lucía, una niña preciosa que, en la imagen, se muestra sonriente.

Una niña por la que clamar Justicia. Así lo expresaban también algunas de sus amigas, que lloraban abrazadas en corro en el mismo velatorio. Al fondo de la sala destacaba un retrato de la pequeña, en el que luce una bella corona de flores.

«Nunca había visto tanta Policía», contaba ayer una vecina del edificio donde residía Lucía con sus padres. La señora, aún presa de la impresión, recordaba que la niña «se quedaba muchas veces con mi nieta y siempre estaba llorando». «La cambiaron de instituto por eso», apuntaba la mujer. Lo corroboraba su nieta. Sabía que su amiga lo estaba pasando mal desde hacía años, pero desconocía qué le pasaba exactamente.

Fuentes cercanas pusieron en duda el protocolo de actuación de la Consejería de Educación a la hora de prevenir estos episodios.

Que los agresores no queden impunes es el compromiso tanto del GRUME primero como de la Fiscalía de Menores después, cuando les llega el caso. Lucía lo había contado y pedido ayuda, pero el caso no se investigaba al no haberlo comunicado el instituto, precisan fuentes cercanas.