«Yo he sido muy cariñoso con todo el mundo, con hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas...». Así se defendió ayer, durante el primer día del juicio, el funcionario de Justicia destinado en el Registro Civil de Murcia, acusado de pedir favores sexuales a casi una treintena de mujeres inmigrantes a cambio de agilizar la tramitación de sus permisos de residencia.

Durante el interrogatorio del fiscal, que en sus conclusiones provisionales pide penas que suman quince años de prisión, el acusado negó en repetidas ocasiones haber tocado el pecho a alguna de ellas, indicando que «le tocaba el brazo», cuando se visualizaron los vídeos que constan como prueba. También se le vio dándose «un pico» con otra, pero «ella me lo dio a mí», dijo el acusado.

En la vista, que se sigue en la Audiencia Provincial, también negó, en un principio, que hiciera insinuaciones o comentarios sexuales a ninguna de ellas. Cuando se pudo ver lo contrario durante la visualización de varios vídeos en los que se grabaron conversaciones telefónicas con cuatro de ellas mientras estaba de guardia un domingo en febrero de 2010, manifestó que «eran ellas siempre las que iniciaban las conversaciones y yo les seguía la corriente».

También negó haber tenido ninguna relación carnal con una de las inmigrantes a la que llamó por teléfono durante la guardia, y que, al final, le visitó a última hora de la mañana de ese día.

«Yo la llamé en respuesta a las llamadas que tenía de ella de días anteriores y que no había contestado», argumentó, y a preguntas del fiscal dijo que vino a verle, pese a que no llevaba su expediente, «porque ella quería algo mío; pienso que le gustaba».

En uno de los vídeos se aprecia que cuando esta mujer va a visitarlo, lo primero que hace es tocarle los pechos, para, a continuación, levantarle el jersey, quitarle el sujetador y seguir con los tocamientos. También le da palmaditas en los glúteos cuando ella se baja el pantalón. «Le toqué el pecho porque ella me lo dijo».

El funcionario entonces le pregunta a la mujer, si lleva condones; ella le dice que sí, pero como no lleva toallitas, las coge él del cajón de su mesa. En ese momento desaparecen de la imagen durante 15 minutos. Sin embargo, el acusado insistió en que no mantuvieron relaciones sexuales porque él se frenó en el último momento: «Yo veía venir la trampa y al principio caí, pero no pasó nada porque me arrepentí». Dijo no saber por qué la testigo manifestó que hubo penetración vaginal.

A preguntas de su abogado, argumentó que podía ser una trampa de un compañero de CC OO por celos, al haberle arrebatado tres delegados sindicales cuando él se presentó por UGT.

En varias ocasiones el funcionario insistió en que a ninguna le prometió que la tramitación sería más rápida o que conseguiría la residencia si tenían relaciones con él: «Ni es cierto, ni lo he dicho, ni se puede hacer». Además, como prueba se refirió a lo grabado en alguna de las conversaciones telefónicas con ellas: «Yo, polla es todo lo que te puedo dar, de aquí del trabajo, nada. ¿No te gusta? Pues entonces lo dejamos».