Con la nariz escayolada, de baja y «traumatizado por la situación». Así explicaba ayer el secretario general de la Federación del Taxi y portavoz de la Mesa Sectorial, Pepe Corbalán, que se encontraba su compañero que el viernes fue brutalmente agredido por un cliente al que llevaba a Espinardo.

Los hechos ocurrían sobre las siete de la mañana, cuando el cliente «salía de la zona de Las Atalayas», un lugar habitual de copas y fiestas, y tomó un taxi para ir hasta la citada pedanía murciana.

El joven «había bebido, pero no iba borracho. Si llega a estar borracho, no lo subo al taxi», apostilla la víctima, que prefiere permanecer en el anonimato, por miedo a posibles represalias.

Una vez dentro del vehículo, se sentó de copiloto y dijo al conductor que no tenía intención de pagarle más de 10 euros por la carrera, a lo que el chofer le respondió que el precio sería el que marcase el taxímetro.

El cliente -un joven de unos treinta años de edad y etnia gitana, según la descripción proporcionada por el taxista- insistía en que no pagaría más de 10 euros. Hasta el punto de que, ya en Espinardo, «paré el taxi y le dije que se bajara. Y no hace falta que me pagues», rememora el chófer. El usuario se mostró disconforme e insistió en que necesitaba llegar a la dirección que había dado, hasta el punto que «se calmó un poco», cuenta el taxista, en conversación con LA OPINIÓN.

Al poco de llegar a su destino, «se me echó encima, me empezó a dar puñetazos, y la única solución que vi fue parar el coche y salir corriendo. Luego salió corriendo él», recuerda.

«Me puede reconocer y buscar»

El taxista se desplazó al Hospital Virgen de la Arrixaca, donde le atendieron y le realizaron las pertinentes radiografías. Como resultado de la agresión, fractura en la nariz y escayola. «Tengo el tabique roto, pero no se me ha fracturado del todo. Está al 45%», detalla la víctima. «Tengo todo el lado derecho de la cara hinchado. Lo que menos me esperaba es que me fuera a pegar», apostilla.

En cuanto a su estado de ánimo, el taxista señala: «Estoy tranquilo, porque estoy en mi casa, pero tengo un poco de miedo a la hora de volver a trabajar». Ese miedo radica en la posibilidad de que el agresor «me pueda reconocer vagamente y me pueda buscar».

El conductor agredido puso una denuncia sobre el asunto en dependencias de la Policía Nacional, y en breve espera ser llamado para ver unas fotos de sospechosos y tratar de localizar entre ellos a su agresor. Mientras, «tengo que estar cinco o seis días con la escayola», manifiesta.