Taxistas de Murcia denuncian la competencia desleal que están teniendo debido a la proliferación de vehículos que, sin permisos, transportan pasajeros por el casco urbano de la ciudad.

No se trata de un problema como el de Blablacar (compartir coche entre desconocidos para largas distancias), sino de un problema en la ciudad: hay 'taxistas' que no son taxistas, pero están reconocidos como tales, especialmente entre allegados.

El caso es que, según explicaron algunos taxistas afectados a LA OPINIÓN, este conflicto se suele dar con personas de origen sudamericano, por un lado, y de origen magrebí, por otro. Estas personas, indican los profesionales del sector, disponen de un vehículo propio sin licencia ni seguros acordes al transporte de pasajero. Sus clientes son, principalmente, sus compatriotas. No en vano, estos vehículos 'piratas' son conocidos popularmente entre el gremio como 'morotaxis' y 'ecuatotaxis'.

Uno de los lugares favoritos de estos taxistas 'sin papeles' es la estación de autobuses, ubicada en el barrio de San Andrés (donde vive una gran población inmigrante) y con una parada de taxis oficial.

También se les puede ver, aunque menos, por el barrio del Carmen, un lugar en el que hay muchos vecinos de origen extranjero.

«Es una competencia que nos afecta profundamente», recalca Juan Martínez, presidente de Radio Taxi. Asegura que su colectivo tiene detectados a estos vehículos ilegales en la ciudad de Murcia «desde hace muchos años», a lo que agrega que «cada vez hay más y cada vez se están organizando mejor». «Ya es que hasta hacen tarjetas y las reparten», manifiesta Martínez.

Desde Radio Taxi son conscientes de que «se están haciendo actuaciones por parte de la Policía», aunque «pedimos que sean más intensas y constantes», dice.

«Los coches los inmovilizan, sí, pero lo están haciendo esporádicamente. Lo único que pedimos a la Policía Local es que sea más constante, porque estas personas, que ni pagan impuestos ni tienen los seguros, nos hacen daño», asevera Juan Martínez.

Actuaciones policiales

Desde la Policía Local explicaron que, cuando se detecta un taxi ilegal, y se corrobora que está transportando pasajeros cobrándoles y sin licencia, «se inmoviliza el vehículo». Para recuperar el coche, el dueño ha de abonar «4.001 euros, más las tasas de la grúa».

Un portavoz policial informó de que en 2015 se llevaron a cabo seis actuaciones en Murcia contra este negocio fraudulento.

Añadió que, cuando se intercepta a un taxi de estas características, «a los viajeros se les pregunta si quieren continuar el viaje en un vehículo legal. Si dicen que sí, nosotros llamamos a un taxi legal, que se los lleva». La carrera también la pagará el infractor.

La forma que la Policía tiene de detectar a esta gente pasa por «la vigilancia». «Los taxistas nos informan y mantenemos un servicio de vigilancia, de paisano», precisan desde el Cuerpo. Una vez avistado un vehículo sospechoso, los agentes le dejan que empiece la marcha y es ya a cierta distancia cuando le dan el alto y comprueban que los pasajeros son clientes y no allegados. Entonces se confisca el coche.

A la hora de proceder en las diligencias, es importante confirmar que no se trata de familiares o amigos de los chóferes, y también es imprescindible que se demuestre que estos viajeros han pagado por el transporte.

El Blablacar de los que trabajan en el casco urbano

Hasta desde las instituciones llegaron a lanzar campañas sobre las bondades de compartir coche. La más difundida, la que se centraba en la protección del medio ambiente. A menos coches en la carretera, menos contaminación, como resulta obvio. Sin embargo, estas campañas se dirigían a amigos o compañeros de trabajo o facultad. Cuando la gente empezó a compartir coche con desconocidos, con el fin más de dividir gastos que de proteger el planeta, comenzaron los conflictos.

Iniciativas como Blablacar, Amovens (ambas más para largas distancias que para moverse por la ciudad) y Uber (que aún no ha llegado a la Región) llevan de cabeza a los profesionales del transporte. Para ir, por ejemplo, a Madrid desde Murcia, una plaza en Amovens puede salir por unos 15 euros, bastante más barato que si se coge un tren o un autobús.

Los usuarios alegan que es una cuestión de dinero y recuerdan las citadas campañas institucionales: habrá menos coches en circulación, la capa de ozono se resentirá menos. Estos argumentos no convencen ni un ápice a los que se ganan la vida en el sector del transporte. De hecho, en localidades como Barcelona se han producido manifestaciones, algunas de carácter violento, de taxistas que consideran que la gente de Uber juega con el pan de sus hijos. Ahora, en Murcia, los ´morotaxis´ se han convertido en su particular Blablacar.