En unas dos semanas, Francisco, vecino de Las Lumbreras (Monteagudo), podrá olvidarse de inventos para combatir el frío y las goteras que le vienen martirizando desde hace años por culpa del mal estado del tejado de su vivienda. Parado desde que comenzó la crisis, soltero y sin ingresos, se ha visto incapaz de afrontar una reforma más que necesaria para su hogar, en el 23 de la calle Jardiel Poncela de la localidad desde hace más de 40 años.

Pero ayer Francisco vio como por fin ser arrojaba algo de luz a un problema particular, pero que ha dejado de ser algo puntual en los últimos años; bueno, luz y cemento, masilla y demás materiales necesarios para arreglar el techado de su hogar, la cocina, los baños y la fachada. Y es que él se ha convertido en el primer beneficiado de 2016 del programa 'Monteagudo Solidario Dignificando Viviendas', que puso en marcha el pasado año la junta municipal con 15 hogares restaurados.

Según explica a esta Redacción el pedáneo de Monteagudo, José Luis Alarcón, las continuas visitas que recibían de vecinos en situaciones delicadas -parados, con hijos a su cargo, con problemas para pagar los recibos, etc.- empujaron a la junta a ir «un paso más allá», con la ayuda de Servicios Sociales del ayuntamiento de Murcia y los agentes del Centro de Inserción Social. «Trabajamos con instituciones penitenciarias, con personas condenadas a pagar por delitos leves, como pequeños hurtos, y que se ven obligados a realizar trabajos sociales para la comunidad -señala Alarcón-. Y en lugar de ponerles a pintar bancos o limpiar parques, solicitamos personas con conocimientos de fontanería, electricidad o albañilería para participar en el proyecto».

Antonio es uno de ellos, es el oficial en la obra de Francisco y reconoce un plus de motivación en esta tarea. «Personalmente es una satisfacción. Ves que son gente muy necesitada y si puedes ayudar, mejor. Lo haces con alegría», asegura. Junto a él, otros dos compañeros y el propio Francisco, que, ya que tiene «algún conocimiento sobre el tema», no solo está supervisando la reforma, sino ayudando en todo lo que puede como un albañil más. Cuenta que hace dos años que envió una carta a la junta informando de sus dificultades, pero que ahora se encuentra «muy a gusto» porque le están arreglando la casa, «algo que le hacía mucha falta».

A día de hoy, hay cinco casos más como el de Francisco con la autorización pertinente para poner las obras en marcha próximamente. Lo primero es tramitar las solicitudes, comprobar que reúnen una serie de requisitos -que la vivienda esté en propiedad, que su dueño no tenga ingresos, etc.- y visitar el lugar. Se valoran las condiciones y se saca un presupuesto que se remite a Servicios Sociales, que en este caso ha dotado a la junta de 1.500 euros para las obras. «Y la llevamos, supervisamos y ejecutamos nosotros», asegura el pedáneo, «orgulloso y satisfecho de poder ayudar a sus vecinos con un proyecto único en la Región» y que anima a otras pedanías a tomar como ejemplo, así como a las empresas de la construcción a solidarizarse con ellos.