Con motivo de celebrarse el nacimiento del ilustre algezareño Diego de Saavedra Fajardo, que fue el día 6 de mayo de 1584, la ciudad de Murcia organizó una serie de actos para conmemorar el tercer centenario de dicho acontecimiento. Los actos se desarrollaron entre el 4 y el 6 de mayo de 1884.

En el Casino se celebró una gran velada literaria en homenaje y recuerdo al más universal de los murcianos. Presidía la entidad en aquellos años el conde de Roche.

Asimismo, se celebró una gran procesión cívica donde no faltaron comisiones llegadas de todos los puntos de la provincia. Destacó la presencia de Cartagena, que lució en el cortejo el histórico pendón de Castilla que regaló a esa ciudad don Juan de Austria a su regreso de la batalla de Lepanto. La enseña, que había estado ondeando en la nao Capitana de la escuadra española en la jornada memorable del 7 de octubre de 1571, se paseó por la ciudad de Murcia en manos de la delegación cartagenera durante el cortejo en honor a Saavedra Fajardo.

Por último, destacamos que desde el día 4 quedaron expuestos en la Capilla del Palacio Episcopal los restos de don Diego y que fueron miles los murcianos que en esos días desfilaron ante el féretro del inmortal algezareño, que recibió así el cariño y reconocimiento de sus paisanos.

Los Reyes Católicos y la Inquisición en Murcia

Del 14 de abril al 5 de junio de 1488 permanecieron en Murcia los Reyes Católicos. Fernando de Aragón e Isabel de Castilla ultimaron, desde nuestra ciudad, el asedio definitivo al reino de Granada. Durante su estancia en Murcia se creó el Santo Tribunal de la Inquisición, que se estableció en el llamado Alcázar Nuevo que Enrique III había construido en 1390 sobre los restos del palacio de los reyes musulmanes de Murcia, el Alcázar Kibir.

Los estatutos de la Inquisición murciana fueron escritos y realizados por el obispo de la Diócesis Juan de Medina que, curiosamente, había sido el primer prelado que juró su cargo en el altar de Nuestra Madre y Señora de las Fiebres, también conocida como Capilla de la Purísima Concepción del trascoro de la Catedral. Según las crónicas y actas consultadas, el Tribunal del Santo Oficio llevó a cabo un intenso trabajo de persecución a los «enemigos de la fe verdadera» desde el primer día que los Reyes Católicos abandonaron esta ciudad.

Bendición de la Iglesia del Carmen

En el mes de julio de 1769, el sábado día 8, se bendijo la iglesia de Nuestra Señora del Carmen en el entonces llamado 'partido de san Benito', actual barrio del Carmen. De la solemnidad del acto dan cuenta las actas capitulares en estos términos: «A las seis de la tarde el Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Cartagena, en Murcia, en solemne procesión con asistencia de las dos comunidades de Padres Carmelitas, traslada el Santísimo Sacramento desde la Catedral a la nueva iglesia del convento de Nuestra Señora del Carmen, del partido de San Benito. Con este solemnísimo acto religioso se inauguran las funciones que durante nueve días se celebrarán con motivo del fin de las obras de dicho convento carmelita».

Problemas con el corregidor en la procesión del Santo Entierro

En el año 1780, Viernes Santo, hubo un serio altercado por cuestiones de protocolo en la procesión del Santo Entierro, ya que el Corregidor se negó a presidirla si no figuraba en el séquito el obispo de la Diócesis.

Envió aviso de que en caso de no asistir tampoco iría él. Los hechos se narran así en las actas correspondientes: «En la ciudad de Murcia, al salir a la calle la procesión del Santo Entierro de Cristo, el Corregidor, don Ignacio Retama, hace saber a los comisarios que irá en la procesión si va el Señor Obispo, pero de no ir, mandará a su Alguacil Mayor para que comparta la presidencia con el Provisor eclesiástico, pues el Corregidor no va a presidir con un cargo menor a su rango. La protesta del Señor Corregidor ocasionó tal escándalo que hubo de retirarse a la iglesia la procesión, disolviéndose todas las corporaciones invitadas a ella».

El crimen de la tribuna en Santo Domingo

En la segunda mitad del siglo XVIII, durante unas fiestas en honor a la Virgen, sucedió en Murcia un crimen que tuvo a la ciudad en vilo durante todo el mes de diciembre hasta que se consiguió atrapar al asesino. Los hechos sucedieron en la plaza de Santo Domingo, donde se había levantado un tablado para que las autoridades presidieran los actos.

El triste protagonista de la noticia se llamaba Pedro López Lozano, hijo de un tal Maturres. Era éste un conocido soldado tambor del Regimiento de Murcia. Pedro se escondió debajo de la tribuna de autoridades y mató de numerosas puñaladas a un soldado del Regimiento de Caballería de Alcántara que hacía la guardia junto a la tribuna.

Por motivos, según se supo, de «celos y amores con otra mujer». Tras cometer el crimen, el tal Pedro López escapó corriendo aprovechando el tumulto y se refugió en Santa María. Al ser lugar sagrado los justicias no podían entrar a apresarle. Allí se mantuvo refugiado durante gran parte del mes de diciembre sin que el clero pudiera hacer nada para convencerle y que se entregara. Al final salió, pasados quince días, y fue detenido y lo llevaron preso a su Regimiento, que estaba en Valencia. De allí pasó al Puerto de Santa María, en donde por orden del General de su Regimiento, fue ahorcado el día primero de octubre de 1776.

Honras Fúnebres a la Muerte del Rey Fernando VI

El 10 de agosto de 1789 fallece en Villaviciosa de Odón el rey Fernando VI. Era conocido como ´el Prudente´ y ´el Justo´. Hijo de Felipe V y María Gabriela de Saboya, Fernando VI había ocupado el trono de España durante 13 años. La muerte del rey se conoció en Murcia el día 5 de septiembre por medio de una Real Cédula enviada por la reina madre donde, asimismo, se da cuenta de que le ha sucedido en el Gobierno de estos reinos don Carlos III. La ciudad prepara las honras fúnebres y al día siguiente se dispone todo para la gran procesión de exequias.

El acta del Cabildo da cuenta, pormenorizada, de la composición y desarrollo del cortejo: «Disposición de la procesión de luto por don Fernando VI: 4 soldados de a caballo del Regimiento del Algarbe, 8 sargentos de las Milicias Urbanas con alabardas, 12 ministros de la Real Justicia en 3 filas de a 4 y vestidos de negro. 2 trompetas a caballo y de negro. 3 alabarderos a caballo, 4 porteros de varas, 4 ministros de la Justicia, 2 porteros de sala y sus 2 tenientes, 4 reyes de armas, Mayordomo y Alguacil Mayor, 2 secretarios mayores del Ayuntamiento, 4 jurados, el Señor Corregidor y Caballeros Regidores.

Itinerario: Pasando por las Puertas y plaza de la Santa Iglesia Catedral fueron por las calles de Trapería hasta llegar a las cuatro esquinas de san Cristóbal y siguiendo la de la Platería hasta la plaza pública de Santa Catalina, en donde se publicó el bando de luto.

Acabado el bando salió la procesión de dicha plaza por la calle de la Lencería y torciendo hacia la plaza de San Pedro y, desde este sitio, por la calle de la Frenería, hasta llegar a las Puertas que llaman del Sol, entró en el Arenal, hasta llegar a las Casas de la Corte. Se leyó carta al Cabildo de la reina madre, gobernadora de estos reinos, con fecha 27 de agosto de este año, en la que comunica que, el día 10 de agosto, fue Dios servido de llevarse de esta a mejor vida a Su Majestad el rey don Fernando VI, habiendo quedado a su muerte por tal Gobernadora, en virtud de poder del rey don Carlos III, su señor, muy amado hijo y sucesor, y de la última disposición del expresado señor rey don Fernando, encarga Su Majestad que se ejecuten en esta Santa Iglesia las honras y funerales que en semejantes ocasiones se hubiesen practicado.

Oída dicha carta, acordó el Cabildo que se responda a Su Majestad dándole el pésame y expresándole el vivo sentimiento y dolor con que quedan, así por la consideración del que asiste a Su Majestad por tan superior motivo como por el correspondiente al amor y fidelidad del Cabildo, que en todos los tiempos ha conservado a Su Majestad católica, que Dios goce, y procurará que se practiquen las reales exequias en la forma y modo que en iguales circunstancias se han celebrado en esta Santa Iglesia y que se toquen las campanas de ella a la hora y punto que la Ciudad haga publicación de la muerte de Su Majestad en la Plaza de Santa Catalina como es sabido y costumbre».