Con Miguel Ángel Cámara ni dios comía. El Pleno no se paraba por mucho que éste se alargara. Al igual que en los noventa mis compañeros de BUP y yo nos escondíamos para fumar en los aseos del instituto, en los años del regidor oriolano el que quería comer un bocado o un café debía buscarse escondite, pero eso sí, estando muy atento, con castrense disciplina, a la llamada al voto. Con Ballesta (PP) en cambio sí se come. Sin prisas. El Pleno para, la corporación se dispersa por el edificio y cada grupo político acude a su improvisado comedor. Otros que se empeñaron en que también se comiera, aunque esta vez hace ochenta años, fueron los cuáqueros, personas generosas y desinteresadas que allá por la Guerra Civil dieron de comer a miles de murcianos de los que sí lo necesitaban, y no por estar de Pleno, precisamente.

Ayer recibieron un merecido homenaje por parte de la corporación, y de modo unánime, a raíz de una moción de García Retegui (PSOE). Como en cada Pleno del Consistorio capitalino, la chispa e incertidumbre propias de un ayuntamiento gobernado por un partido en minoría se palpa desde el comienzo hasta el final de la sesión. No fue ayer una excepción. Tanto el debate sobre la accesibilidad, pasando por el de la protección del entorno del Malecón, hasta la moción vinculada a la llegada del AVE en montaña rusa, evidenciaron la inferioridad numérica del equipo de Ballesta frente al tutti fruti de la oposición.

Pese a este escenario a priori de ´todos contra uno´, nunca se había visto tanta propuesta aprobada por unanimidad, es curioso. Veinte años de rodillo frente a oposiciones que denunciaban, a su manera y con sus tiempos, autoritarismos populares, y ahora, cuando más difícil lo debería de tener un PP en minoría, abundan los acuerdos constructivos. Me da en la nariz que Ballesta no está pasándolo tan mal, ni Cámara lo pasó tan bien, políticamente hablando. Al fin y al cabo todo lo que se hace, y lo que no se hace también, es porque el conjunto de la oposición lo permite, pues son ellos ´la mayoría´. Si no me creen, para muestra un botón. Las ganas, y la facilidad, de cortar orejas en esta legislatura en el coso de la Glorieta llevan a algunos a precipitarse, como es el caso de García Retegui, que tras defender ayer una propuesta acerca del ambulatorio de Algezares, y conocer que el resto de la oposición la apoyaría, soltó: «Gracias por aprobar mi moción», antes de la propia votación.

«Todavía no, se va a aprobar ahora», le respondió Ballesta. Me recuerda todo esto a esos partidos de final de liga en los que equipos a los que el empate beneficia igualmente, tocan la pelota tranquilamente sin pasar del medio campo, no sea que por meterle un gol al contrario, acaben encajando dos del rival.

Paradójico ¿verdad?, no me extraña que Ballesta, aún cabreado, despidiera ayer de las pajareras a los vecinos que piden el soterramiento con un sincero «que pasen un buen día». Esto con Cámara no pasaba.