Dicen que los jóvenes se desentienden de la tradicional visita al camposanto del ´1de noviembre´, como admiten Mariano y Puri, un matrimonio que acicalaba con mimo la lápida de sus antepasados. «Nosotros no fallamos nunca, pero ellos, mis hijos, dejaron de venir desde muy pequeños. No les gustan los cementerios».

Sin embargo, María (21 años) y Rocío (20 años), dos hermanas universitarias, reivindican «esta fecha para recordar a los seres queridos que ya no están». María, que estudia ADE, asegura que es un día especial: «Te cambia la perspectiva. Pasas de tener días sin tiempo para nada, en los que vas corriendo a todas partes, a una jornada de reposo para acordarte de los mayores, a quienes deberíamos dedicar más tiempo».

El camposanto de Nuestro Padre Jesús recibía ayer a los creyentes murcianos, y a los no tan devotos, que querían rendir tributo a la memoria de los familiares fallecidos. Es la liturgia del día de Todos los Santos, que no dudan en conmemorar vecinos como Roberto, quien acudió con la compañía de su esposa y ataviado con el kit para la ocasión: cubo, paño, tijera y cuchillo para limpiar, arreglar y decorar el mármol de la tumba, decorado con claveles y gladiolos.

El cielo de Murcia amaneció encapotado, reflejo de una Región en alerta amarilla, pero quedó en una vaga amenaza y la ligera llovizna que cayó en el mediodía no entorpeció la cita. Algunos viajaron desde Lorca, como la familia de Amparo y Diego, y sus retoños. «Venimos todos los años porque hay que guardar la tradición», comentaba el progenitor.

No obstante, la asistencia fue menor que el día anterior a tenor de la experiencia de dos trabajadores: David, que regenta un puesto de frutos secos y postres típicos, y María desde su floristería. «Notamos desde hace un par de años que prefieren ir el sábado», expresaba el comerciante.

Exigen una acera en Espinardo

«Será por ´perras´. Coges una pala y haces una acera», decía irritado un hombre a su esposa mientras caminaba por la orilla de la vía que da acceso al cementerio Cristo de la Salud. No están contentos los vecinos de Espinardo, que deben zafarse de la columna de vehículos para poder llegar al camposanto. Por eso han llevado a cabo una recogida de firmas para protestar ante el Ayuntamiento y exigir la construcción de una acera entre el carril del Palmeral y la carretera de Madrid (N-301). «Es muy molesto para el peatón«, lamentaba Paquita García.

Muy cerca, una familia charlaba distendidamente en torno a su panteón. Uno de los nietos, José (20 años), alumno de Medicina, no escondía su orgullo por celebrar Todos los Santos: la juventud también sabe honrar la memoria.