Fabiola B.M., la joven de 26 años y natural de Bolivia, acusada de matar en 2013 a su marido, ha asegurado este lunes en la primera sesión del juicio oral que se celebra en la Audiencia Provincial con Jurado Popular, que ella en ningún momento elaboró un plan premeditado con su amante para acabar con la vida de su pareja y que desconoce lo que "se le metió en la cabeza" a éste para degollarlo.

La acusada, que ha manifestado que era víctima de humillaciones e insultos y maltrato sexual, ha afirmado que su conciencia no la deja tranquila. "Me mata la conciencia porque me duele, no me deja tranquila porque vi morir a esa persona y yo no quería matarlo", ha recordado a preguntas del Ministerio Fiscal, que pide para la procesada 20 años de cárcel por el delito de asesinato.

De hecho, ha confesado que tanto en prisión como antes de ingresar en la misma intentó quitarse la vida varias veces porque "no podía vivir" con la situación y en alguna ocasión fue consumidora de alcohol, cocaína y heroína "para ver si nos tirábamos por la ventana del hotel" después de cometer presuntamente el crimen.

Igualmente, ha dejado claro que su muerte no obedeció a un plan preconcebido y que el lugar escogido, un descampado, fue porque su amante, Salvador H.C., que se enfrenta a 17 años de cárcel por el mismo delito, lo eligió, además de que el matrimonio era asiduo a parajes de este tipo, como la subida al monte, por las vistas de Murcia y para beber, aunque en el paraje donde se cometió el crimen "no había estas vistas", ha interpelado el fiscal.

"Salvador me dijo que lo llevara allí para hablar, para decirle que no me pegara más pero no sé qué se le metió en la cabeza que lo cogió y lo mató con un cuchillo, lo ví y olí la sangre, todavía la huelo", ha recordado, para después subrayar que le advirtió a Salvador que "parara pero me dijo que lo tenía que hacer porque si no, mi marido lo mataría a él y fue muy duro todo". Igualmente, ha destacado que nunca denunció los malos tratos porque tenía miedo "porque a las mujeres nunca nos creen".

Fabiola conoció en 2008 a su marido a través de un cartel que vio en el que se buscaba novia o amiga. "Mi amigo y yo llamamos al teléfono y entonces lo conocí", recuerda. Meses después se fueron a vivir juntos y ella dejó el trabajo de interna en una casa y fue en 2012 cuando se casaron por lo civil en régimen de bienes gananciales.

A partir de ese momento, ha relatado, "el matrimonio se deterioró hasta tal punto que no me dejaba salir sola", por lo que optó por marcharse a Bilbao, donde se encontraba su madre y una de sus hermanas pero regresó a los seis meses ante las reiteradas promesas que le hizo la víctima de que iba a cambiar su actitud.

"Al principio me quería mucho y me cuidaba pero después comenzó a beber, llegaba borracho a casa y se llegó a acostar con mi prima una noche que estuvimos bebiendo en casa", ha manifestado Fabiola, quien inició entonces el proceso de separación.

Pero hasta entonces los episodios de humillaciones y trato vejatorio fueron repetidos, así como los malos tratos. "Me agarraba y me arrastraba de la cama", ha recordado.

Cansada de la situación conoció a Salvador a través de una página de contactos en Internet; una relación que mantuvieron en secreto hasta que Fabiola decidió contárselo a su marido, ya que vio cómo él le confesaba que también la engañaba con prostitutas.

Tras uno de los episodios de malos tratos, Fabiola acudió al domicilio de Salvador porque "estaba cansada de que me obligara a mantener relaciones con él; entonces nos fuimos a por drogas para relajarnos y nos metimos rayas y bebimos alcohol".

A preguntas del fiscal, Fabiola ha negado que durante el tiempo que permaneció con Salvador hablaran o plantearan el crimen. "No hablamos de nada, recuerdo que bebí mucho", ha indicado.

Según Fabiola, la idea de quedar en un descampado a oscuras fue de Salvador y no de ella. "Salvador me dijo que lo llevara allí para hablar", ha matizado.

Una vez que Fabiola llegó al descampado con su marido para hablar, éste la obligó a mantener de nuevo relaciones sexuales y la procesada, al mismo tiempo, avisó mediante un whatsapp a Salvador de que ya habían llegado. Cuando terminaron, Salvador apareció por la parte trasera del coche, donde se encontraba la víctima, y con un cuchillo de grandes dimensiones lo degolló.

Posteriormente, los procesados fueron a comprar droga y sacaron dinero con la tarjeta de la víctima. Esa noche estuvieron en casa de Salvador y al día siguiente la llevó de nuevo a su domicilio. Después de varios días y consumir en varias ocasiones droga y alcohol, ambos fueron detenidos en el hotel donde se alojaban.

UN PLAN "METICULOSO"

Los abogados defensores han insistido en que los procesados no urdieron un plan; un extremo que mantiene el fiscal, que ha resaltado, durante el interrogatorio a Fabiola, cómo ésta, días después de su muerte, acudió a recoger el coche de la víctima y a cobrar "la pensión y el seguro".

El abogado de Salvador ha recordado que éste confesó los hechos y ha puesto de manifiesto el "trastorno de personalidad de tipo inmaduro en grado moderado que padece, además de un trastorno mental y de comportamiento por el consumo de la cocaína y el alcohol".

Considera que todo esto le influenció para acabar con la vida de la víctima. Sin embargo, el Ministerio Fiscal ha advertido que esto "no les exime de su responsabilidad", mientras que la acusación particular ha incidido en que el plan "descarta cualquier tipo de enajenación, porque fue muy meticuloso", ya que Salvador apareció esa noche del crimen con unos zapatos que no eran de su número, "para que las huellas no coincidieran con él".

RELATO DE LOS HECHOS

Los hechos ocurrieron a finales de abril de 2013, cuando los acusados, que habían iniciado una relación sentimental unos meses atrás, se pusieron de acuerdo para acabar con el marido de Fabiola, casado con ésta desde el 1 de marzo de 2012 en bienes gananciales.

Para asegurar la ejecución del plan sin riesgos y a la vez hacer creer que el móvil del crimen estaba relacionado con la prostitución o el robo, escogieron las horas de la noche y la Acequia de Benetúcer, en la pedanía murciana de Puente Tocinos, un lugar oscuro y poco transitado frecuentado fundamentalmente por personas que mantienen contactos sexuales dentro de los vehículos.

La acusada consiguió quedar con su marido en el lugar escogido con el pretexto de tomar unas copas y mantener relaciones sexuales. Tras llegar al lugar, sobre la medianoche, Fabiola avisó a su amante con un whatsapp de que ya se encontraban en el lugar y al poco tiempo llegó a bordo de una bicicleta.

Tras mantener relaciones, Salvador abrió la puerta trasera del vehículo, se colocó tras él y cogiéndole absolutamente desprevenido y con el propósito de acabar con su vida, le degolló con un cuchillo de grandes dimensiones que había cogido de su domicilio. Como consecuencia de la herida en el cuello, la muerte de la víctima fue casi en el acto.

Los acusados trataron de simular que se trataba de un robo y le sustrajeron a la víctima la cartera y en tres ocasiones extrajeron 200, 200 y 600 euros de una tarjeta de crédito que la víctima llevaba y de la que Fabiola conocía el número pin.