Ayer Murcia olía a pólvora. Sonaba a tambores de guerra y rugía como arcabuces y fusiles. El centro de la capital fue tomado por tropas extranjeras y en las calles, lejos de un ambiente hostil, se respiraba historia. Ese, al menos, era y es el objetivo de la asociación Códex Bélix, que un año más ha llenado la ciudad de vehículos de guerra, legionarios romanos, soldados napoleónicos y arsenal de época con un fin estrictamente educativo.

La octava edición de 'Revive la historia... de cine' representa este fin de semana las principales batallas de los últimos 25 siglos y, este año, tenía una cita ineludible: el 70 aniversario del final de la II Guerra Mundial. La avenida Teniente Flomesta abandonó unos minutos la ciudad de Murcia para formar parte de la geografía del Berlín de 1945.

Los nazis, apostados en la Plaza Cruz Roja, recibieron la inesperada llegada de los americanos desde La Glorieta y de los rusos, que aparecieron de entre la maleza por Convalecencia. El intercambio de fuego de artificio y el avance de los tanques hicieron las delicias de los cientos de asistentes que no quisieron perderse una representación única de la toma de este Berlín murciano, que tuvo en el antiguo edificio de la Cruz Roja su Reichstag particular.

Pero si algo nos enseñó ayer Códex Bélix es que no hay que viajar hasta Alemania para encontrar una batalla señalada en el curso de la historia. Horas antes, al mediodía, un regimiento anglo-neerlandés se atrincheraba tras pacas de pajas y palés de madera frente a la Catedral de Murcia, que hacía las veces de la residencia del caballero santiaguista Baltasar Fontes y Melgarejo, localizada originalmente en unos terrenos cercanos a la actual avenida Miguel de Cervantes: el Huerto de las Bombas. Es 1706, concretamente 4 de septiembre, en el contexto de la Guerra de Sucesión.

Frente a las tropas del Archiduque Carlos, Murcia se mostró fiel a Felipe V de la mano de Luis Belluga, quien encabezó la victoria del ejército franco-español gracias a su astucia: ordenó el levantamiento de los tablachos de las acequias e inundaron la huerta impidiendo las maniobras de los caballos del enemigo. Tanto se metieron en el papel los actores de Códex Bélix que un jinete inglés resbaló con su corcel como si realmente el agua inundara el suelo bajo sus pies.

Pero antes de despedirse, un mensaje del speaker de la representación: «La guerra es algo que tiene que ser desterrado, pero los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Estudiad, leed y conoced vuestro pasado». Esa sería la gran victoria.