Después de una semana deshojando la margarita y de la opinión en contra de la mayoría de sus vocales, Javier Ruano, presidente del Consejo Social de la Universidad de Murcia, finalmente acudió ayer a la sesión del Claustro en la que se debatía su actuación cuando el pasado 18 de septiembre votó a favor en el Consejo Interuniversitario de que la UCAM pusiera en marcha la titulación de Odontología, pese al voto negativo del rector, José Orihuela. Durante algo más de hora y media Ruano explicó su versión de cómo ocurrieron las cosas y los argumentos que le llevaron a su voto, y contestó a las preguntas que le realizaron los claustrales, algunos en tono duro. La conclusión, tras un debate realizado una vez que Ruano abandonó el Paraninfo, es que el Claustro elaborará un escrito en el que se «reprueba» la actuación de Ruano y en el que se dejará claro que algunos de los asistentes solicitaron su dimisión; algo que finalmente no se asumió porque no había consenso sobre este punto. El escrito también pedirá a la Comunidad Autónoma una verdadera planificación de títulos universitarios que evite nuevos conflictos y una reforma de la Ley de Universidades que, entre otras cosas, revise el procedimiento por el que se elige al presidente del Consejo para que sea nombrado por la Asamblea y no por el Gobierno.

«Si el presidente del Consejo Social es nombrado por el presidente de la Comunidad, se ve en la tesitura de votar de una determinada manera y eso es censurable», afirmó el rector una vez que Ruano ya no estaba en la sala. Además, Orihuela, asumiendo el sentir de muchos de los claustrales, resaltó su opinión de que «el Consejo Social es un órgano de la Universidad de Murcia y no del Gobierno en la universidad, y eso es algo que ellos no entienden», se quejó, mostrando su malestar con la mitad del Consejo Social que apoya el proceder y el voto de Ruano. Poco antes, el presidente del Consejo Social defendió que su voto fue positivo porque «el criterio general asumido es que si un título tiene la aprobación de la Aneca y del Consejo de Universidades debe ser aprobado». Además, recordó que si no convocó un consejo previo a su voto fue porque no hubo tiempo y que, aun así, consultó a 18 de los 21 vocales.

Un aforo reducido

Pese a estar convencido de que tomó una decisión adecuada, Ruano admitió «haber aprendido de esta situación» y se comprometió a mejorar los procedimientos en futuras ocasiones, aunque dejó claro que «la opinión del Consejo Social no siempre tiene que ser la misma que la de otros órganos de la Universidad» por la propia naturaleza de su composición, con miembros de diferentes sectores sociales. Ante las críticas recibidas por varios claustrales que le acusaron de haber actuado perjudicando los intereses de la universidad pública, Ruano defendió toda su gestión en el Consejo Social, como presidente y antes como secretario. «Llevo luchando por la Universidad de Murcia diez o doce años», sentenció. Sus explicaciones no convencieron y algunos claustrales dejaron patente su sensación de que el Consejo Social es un caballo de Troya en la Universidad. En lo que todos coincidieron fue en la decepción por ver que apenas unos 70 de los 300 miembros del Claustro acudieron. La sesión de ayer fue promovida por UGT y respaldada por sesenta claustrales.