A las nueve menos diez de la mañana del 21 de noviembre de 2000 la vida de Alejandro Urteaga cambió para siempre. Justo en ese momento una granada estallaba a su lado mientras hacía el turno de guardia en el puesto de centinela del cuartel de la Guardia Civil de Irún.

Por fortuna, los miembros del Comando Donosti de la banda terrorista ETA, que planearon una masacre aquel día, fracasaron. Una segunda granada, que cayó junto al patio de un colegio, no estalló y los artificieros encontraron y desactivaron horas después una bomba colocada cerca del cuartel aprovechando la confusión por las granadas.

Aquel día ETA no mató, pero dejó una víctima y una familia que todavía paga las consecuencias de aquello. La recuperación fue dura, y aún continúa, pero a lo largo de los años este murciano ha hecho de la ayuda a las víctimas y de la difusión de las consecuencias del horror uno de los motores de su día día.

Primero como delegado en Murcia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), puesto que dejó en 2010, y ahora como delegado de las Víctimas del Terrorismo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Por esa labor este viernes recibirá la Medalla de Oro del Foro Europa 2001, un espacio creado en 1996 por José Luis Salaverría como lugar de encuentro cultural, económico, político y social.

Periódicamente el Foro premia a personas con un destacado papel social y Alejandro Urteaga es el primer murciano al que han querido condecorar.

Un reconocimiento como el del Foro Europa 2001 debe ser gratificante.

Mucho, me siento honrado, es algo que no me esperaba y que es un reconocimiento a las víctimas.

Han pasado quince años desde el atentado, ¿cómo siguen sus secuelas?, ¿llega alguien a recuperarse de algo así?

Las secuelas cada vez van a más. En los últimos cinco años he pasado por el quirófano cada dos o tres meses y los dolores no cesan. Y luego están todas las secuelas psicológicas. Con 27 años y dos niños pequeños me dieron la incapacidad total y tuve que dejar la Guardia Civil. Muchas veces los políticos no se dan cuenta de todas las secuelas a las que tiene que hacer frente una víctima y sus familias. Las psicológicas son a veces las peores.

Imagino que la vida familiar se resiente.

Evidentemente. Mis hijos eran pequeños y no entendían por qué me quedaba en casa sin poder salir durante meses. Además, vivíamos en el País Vasco, mi mujer es de allí, y nos tuvimos que marchar. Además, ella no puede trabajar porque tiene que cuidar de mí. La familia es otra víctima.

El trabajo con otras víctimas ha sido uno de sus motores en estos años para superar lo ocurrido, ¿qué es lo más importante para usted en este campo? ¿cuál es la labor más necesaria?

Estar en contacto con otras víctimas es importante, y guiarlas en el camino burocrático para conseguir las ayudas. Y otra cuestión que es fundamental es dar a conocer la historia de las víctimas. No hay memoria histórica. Los más jóvenes, incluso los universitarios, no saben que en España hay tantas víctimas de ETA. En las charlas que he dado siempre se sorprenden, y es una realidad que hay que seguir contando, no se puede olvidar. Los jóvenes lo ven como algo ya muy lejano. Hay mucha gente, miles de personas que sufren cada día por las secuelas del terrorismo, no se puede olvidar.

Desde que ETA anunció el cese de la violencia ¿cree que se presta menos atención a las víctimas?

Puede ser, pero no hay que olvidar que en España hay mil muertos, 15.000 heridos y 220.000 exiliados. En la Región de Murcia, que tiene 115 personas consideradas víctimas del terrorismo, hay una buena ley de reconocimiento a las víctimas, seguramente la mejor. Pero siguen sin desarrollarla. Sobre todo sigue habiendo carencias en la atención psicológica posterior.

¿Cree que ya hemos visto el final de ETA?

No lo creo, ETA tiene capacidad para volver a atacar en cualquier momento. No ha entregado su arsenal de armas, aunque ahora lo que le interesa es estar en los ayuntamientos.

¿Pueden llegar a perdonar las víctimas? ¿Ha perdonado usted?

Yo quizá pueda hacerlo,no lo sé. Pero yo estoy vivo. Los familiares de los muertos difícilmente lo pueden hacer. No se olvida.

¿Le dolió ver salir de la cárcel a etarras por la sentencia del Tribunal Europeo?

Me revolvió el estómago. Hay decenas de leyes europeas que no se han cumplido y esta se cumplió de inmediato. Al Gobierno le interesó por el momento que era dejarlos salir.