Entre 1733 y 1737 nacía en Málaga Gaspar Fernández y Ávila. Ejerció como sacerdote, desde 1757, durante 36 años, en el pueblo de Colmenar, de dicha provincia. En el mencionado pueblo andaluz escribió, en 1784, La infancia de Jesucristo, con versos de distinta métrica. El cuarto y quinto coloquio de éste libreto los dedica a los Reyes Magos. Los personajes de la obra son san Gabriel, la Virgen, los Reyes Magos, Herodes, el centurión y dos ministros. Añade a ellos dos personajes del pueblo, José y Rebeca, que hablan en andaluz, tal como lo hacían los habitantes de Colmenar a fines del siglo XVII.

También incluye mozarabismos como yengwa (lengua), yussero (lucero) o yuna (luna), incluyendo el sayagués, habla procedente del antiguo reino de León que se empleaba en la época, puesta en boca de los personajes del campo, de baja formación y toscos. Este libro sobre la infancia de Jesús se publicó en Murcia en torno a 1787, impreso por Francisco Benedito, en la calle Platería. La segunda edición murciana de esta obra tenía lugar en 1877, a cargo del impresor y librero Pedro Belda Borrás. La práctica totalidad de los Autos de Reyes Magos que pululan a lo largo y ancho de la Región de Murcia proceden de esta misma fuente, con ciertas variantes realizadas por aquellos que pusieron en escena la obra en cuestión.

Entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, esta representación era corriente en casi una treintena de pedanías de Murcia (La Albatalía, La Alberca, Algezares, Aljucer, Beniaján, Cabezo de Torres, Cobatillas, Corvera, Churra, El Esparragal, Espinardo, Guadalupe, Javalí Viejo, Javalí Nuevo, Molino de Funes, Nonduermas, La Ñora, El Palmar, Puente Tocinos, Los Ramos, La Raya, Patiño, Rincón de Seca, Torreagüera, Santa Cruz, Santiago y Zaraiche, Sucina y Zarandona), en diversos barrios de Murcia capital (San Antolín, San Benito, Santa Eulalia, Puertas de Castilla, Huerto de las Bombas y en El Malecón, Casa de los Tablachos). En otras 14 poblaciones murcianas representaron la obra de forma esporádica. El Auto de El Palmar o Lugar de don Juan fue descrito por Amador de los Ríos en 1889. En 1883, Martínez Tornel, nacido en 1845, comentaba que siendo niño acudía con ilusión al Lugar, asegurando que ya eran famosos.

La ropa de los actores la alquilaban en el Teatro Romea, desarrollándose los hechos en el balcón de una de las casas principales del lugar y la puerta de la iglesia. En un momento dado la estrella desaparece y los Reyes la buscan por las calles, entre la algarabía de los asistentes. El nacimiento es narrado en endecasílabos. Acto seguido tiene lugar una misa, tras la cual se celebraba una gran fiesta con bailes incluidos. El baile de la tarde tenía como aliciente la puja realizada por los mozos para que su pareja bailara con la corona del ángel sobre su cabeza. La puja consistía en el pago de una serie de misas.

En Murcia, especialmente en la huerta, los personajes clave se llaman Jusepe y Rebeca y se afirmaba que eran una creación murciana de un matrimonio que hablaba en panocho. Las dos afirmaciones son erróneas, verdaderamente falsas y equívocas. La primera queda demostrada leyendo la obra de Gaspar Fernández. La segunda es más ardua. En Murcia nunca se habló el panocho, sino el dialecto murciano.

El panocho es la exageración del mismo, realizada por los señoritos de la ciudad para reírse de los huertanos cuando los veían acudir de la huerta y las barracas a visitar o comprar en Murcia. Esto sucedía a mediados del siglo XIX, en el momento que nacía el Bando de la Huerta. Como broma no está mal, pero hay que poner freno a las voces que siguen afirmando que en Murcia se hablaba el panocho.