Nació en la carretera de Algezares, hoy Barrio del Progreso, hace 67 años. Hijo y nieto de huertanos, su vida ha estado totalmente ligada a este entorno y de él ha vivido y vive, como agricultor y ganadero. Aunque, según precisa, «más que vivir», ha «sobrevivido». Fue elegido presidente de la Junta de Hacendados el pasado mes de junio y, durante los últimos 10 años, ha sido su vicepresidente. No reniega de la gestión de su antecesor, Sigifredo Hernández, aunque reconoce que «puede que no comparta sus formas», y espera «servir a los huertanos y apechugar con lo que venga».

Uno de sus oponentes va a presentar una denuncia por supuestas irregularidades en su elección. ¿Se siente legitimado en el cargo?

Me veo totalmente legitimado pues he recibido el apoyo de los hombres de la huerta y de sus procuradores. Sé que quien me ha votado es porque me conoce y sabe que no hago falsas promesas ni de dudoso cumplimiento y que voy a defender sus intereses porque son los míos propios. Creo sinceramente que llevar a los tribunales las elecciones solo se debe a que van a intentar ganar allí lo que no han conseguido en las urnas. Pero considero que están en su derecho a hacerlo.

Su antecesor, Sigifredo Hernández, ha tenido muchos problemas con algunos colectivos por su gestión, como el entubamiento de acequias o la venta de agua. Casos que incluso le han llevado a los juzgados.

Sigifredo es un hombre visceral y con temperamento, pero en estos doce años se ha dejado la vida por los regantes y la huerta, con más aciertos que errores. Lo han zarandeado sin motivo y la campaña de acoso y derribo que ha sufrido últimamente ha estado movida por los intereses de algunas personas en su propio beneficio. Como decimos en la huerta, cuando una mentira se repite, se convierte casi en una verdad. Y puede que yo no compartiera sus formas, pero sí sus actuaciones.

¿Seguirá entubando acequias?

Los huertanos vemos la acequia como una herramienta que sirve para regar con el máximo aprovechamiento del agua y el mínimo gasto. No estoy en contra de conservar el patrimonio ni de mantener las tradiciones, pero me gustaría que le preguntaran a los regantes de la acequia de Pitarque, una de las más conflictivas a la hora de regar, cómo están ahora. Los que estaban a la cola llevaban 20 años sin agua, porque no les llegaba. Ahora todos tienen. Los tiempos han cambiado. Antes estábamos a todas horas en la huerta, limpiando borzas y haciendo mondas en los cauces, pero ahora no. Somos nosotros, desde la Junta, los que lo hacemos. Y aunque no soy partidario de los entubamientos por sistema, lo cierto es que se aprovecha más el agua y es la forma más práctica de mejorar el cauce, sin afectar a las tierras colindantes.

¿Y venderán agua?

Quienes han dicho que vendíamos agua faltándole a los huertanos ha intentado denigrar nuestra gestión, porque no es cierto. El agua es un bien escaso y deficitario en la cuenca del Segura y noso-tros no somos vendedores de agua. De hecho, hace unos años se planteó hacer una cesión de agua y la Junta lo desestimó. Pero el año pasado, la naturaleza dotó a la cuenca con agua como no se había conocido en la vida y, no a iniciativa nuestra, sino por un acto de solidaridad, se nos pidió que cediéramos 10 hm3. Al final fueron 5, y, al acabar todas las tandas de riegos, en la huerta aún nos sobraron 3 hm3. Nadie se quedó sin regar. Y con ese dinero hemos podido hacer obras y mejorar cauces. Yo soy partidario de hacer lo que la ley permita.

¿Tiende una mano a sus dos oponentes en las elecciones, para que colaboren con la Junta en estos años?

Yo no tengo el más mínimo inconveniente en que colaboren con nosotros y nos presenten sus ideas, y recogerlas si así lo decide la Junta de Gobierno que ha sido elegida por los regantes. Pero quien debe asumir la responsabilidad de la gestión es quien ha sido elegido, y así va a ser.

¿Y que colaboren otras administraciones para que la huerta no se pierda?

Yo comparto esta idea al cien por cien. Pero quien quiera que la huerta sea un bien de interés cultural debe, ante todo, tener en cuenta que los huertanos son sus propietarios. Y lo que tampoco puede ser es que el disfrute sea de todos y las obligaciones sólo de unos pocos. Las administraciones públicas también deberán arrimar el hombro si se lograra.

¿Tiene algún proyecto para el Consejo de Hombres Buenos, tribunal consuetudinario de la huerta de Murcia?

Hace tiempo que modificamos su funcionamiento, pues en vez de hacer un juicio cuando se presentaban un número determinado de denuncias, como antes, ahora vamos viendo los expedientes que llegan cada mes, que suelen ser tres o cuatro. Visitamos el lugar objeto de la denuncia para comprobar in situ si la admitimos a trámite, es decir si está dentro de nuestras competencias, y luego nos reunimos con las partes. Los citamos en la sede de la Junta para un acto de conciliación. Al final, en el 90 o 95 por ciento de los casos logramos que el tema no llegue al Consejo de Hombres Buenos, con lo que ni hay vencedores ni vencidos.