Luces rojas delanteras encendidas, volante deportivo y monitores internos instalados específicamente para la grabación. «Lo único que le falta es hablar», bromea Ginés López. Este mecánico de Talleres Moñino, situado en la pedanía murciana de Nonduermas, es el autor de esta fidedigna réplica del coche fantástico, en la que ha dedicado los últimos cinco años de su vida, en los que ha compaginado su trabajo en el taller familiar con este ambicioso proyecto que le ha privado de disfrutar de sus seres cercanos, asegura.

La decisión de iniciar el proyecto la tomó, concretamente, en 2010. A partir de ahí, comenzó una intensa y exquisita labor a la hora de buscar las piezas, labor que le llevó hasta Estados Unidos. Después, se lanzó minuciosamente al montaje de los componentes -«uno a uno»- en un coche que sólo tenía el chasis. «Ha sido un problema detrás de otro», reconoce un Ginés que prefiere sacar el lado positivo del proceso: «Ha sido un aprendizaje constante». El proyecto terminó con la puesta de la tapicería, una tarea también de varias semanas.

El motivo de la elaboración de la réplica del coche fantástico atiende a su amor por la mecánica y por la famosa serie de televisión. «Me enganchó cuando tenía ocho años», comenta entusiasmado. La inversión en la compra de las piezas ronda los 13.000 euros; un precio que ascendería exponencialmente hasta los 30.000 euros con la mano de obra.

Una suma de dinero muy importante, pero que queda relegada a un segundo plano cuando habla del valor emocional. El número de horas invertidas en su reconstrucción han sido incontables. «No sé si quiero pensarlo, aunque he disfrutado cada momento como un niño», reconoce con sinceridad.

Sin embargo, uno de los principales inconvenientes son sus seres queridos, a los que ha «robado mucho tiempo», reconoce afligido. Especialmente a su mujer, que al principio no estaba muy conforme, pero que cuando ha visto el resultado final ha quedado «maravillada y a la vez orgullosa por el gran trabajo» del mecánico. Tanto que «ni mucho menos está en venta». «Es un capricho mío y me lo quedo yo», explica rotundo.

Ya lo hizo con nueve años

La pasión de Ginés por la reconstrucción de vehículos no se limita a este proyecto. Es la segunda vez que trata de meterse en la piel de Kitt. La primera fue a una edad muy temprana, con nueve años. Hizo una réplica con un coche teledirigido que encontró en la feria de su pueblo. «Me marcó tanto desde el primer momento que se convirtió en una obsesión; quería tener el coche a toda costa». Y lo consiguió, aunque no como le hubiese gustado. «Sólo andaba hacia atrás y hacia delante», recuerda con una sonrisa y ante su flamante coche.