«No sé si voy a estar a la altura, pero a la anchura seguro que sí». Mientras se ajustaba el micrófono, «que lo han dejado preparado para Pau Gasol», el humorista Miguel Kalderas empezó su intervención con estas palabras y se dirigió a un entusiasta público sardinero que rozó el lleno en la Filmoteca Regional: es la celebración de la Pitocrónica, el divertido pregón que proclama la fiesta del Entierro de la Sardina.

«Cuando me llamó Gregorio -Gregorio González es el presidente de la Agrupación Sardinera-, no me pude negar», reveló Miguel González Calderas -como así se llama- y natural de Alcantarilla, a quien el encargo de la Pitocrónica le irrumpe tras una carrera humorística que comenzó en Murcia con la Comedy Club y que le ha conducido a participar en canales nacionales de humor como Paramount Comedy.

Inconfundible con su poblada barba y sus gafas de pasta -se define como «un señor con barba» aunque advierte: « Soy miope, no un hipster»-, Kalderas se erigió al atril y, una vez hechos los agradecimientos, citó una por una a todas las agrupaciones sardineras, con el respaldo del público, que pitó con el silbato de Aquiles que recogieron previamente en la entrada. Todos los asistentes también dispusieron de la Revista oficial Sardinera, la edición número 34 y cuya presentación corrió a cargo del periodista Miguel Massotti.

Kalderas aludió también al Gran Pez, Kike Boned, «con el que compartimos la misma edad (36 años) y nuestra afición por El Pozo: sólo que a él le enviaron al equipo de fútbol sala y a mí a la fábrica», así como se refirió a Doña Sardina, Pastora Soler, «quien deleitó a todos con Corazón Congelado y a más de uno dejó con el pito caliente».

El monologuista rememoró sus primeros recuerdos del Entierro del Sardina. «Mi padre me decía que salíamos de casa el viernes para coger sitio». Y no olvida la escena que todos los años contemplaba: «Me encontraba en las calles de Murcia con niños que parecían espartanos peleándose a muerte por los juguetes. Y no sólo eso: tras los críos, había seis filas de octogenarios combatiendo por un juguete para sus nietos. No era extraño que volaran dentaduras postizas».

Todo el discurso de Kalderas estuvo marcado por el humor, lleno de referencias a Murcia, la tierra por la que le preguntan en Madrid -«donde hacen una cosa muy rara que es vocalizar»-, como «nuestra cerveza, Estrella de Levante, los pasteles de carne y las marineras», y comentó que «uno de nuestros problemas es que no estamos acostumbrados al agua, que en Murcia es como ver a un gitano solo en el centro de salud: es imposible».

Kalderas relató algunas de las variantes de la definición del pito: entre ellas, que se trata de un tipo de mosquito colombiano. «Nosotros tenemos el mosquito tigre, que es aquel que entra en las casas murcianas rompiendo un cristal y desconectando la alarma». Y no se olvidó de otros momentos «muy bonitos» de Murcia, como la Semana Santa: «Mucha gente se extraña de que demos caramelos. En el extranjero no lo entienden. Como en Cartagena».