Murcia, la que se considera la huerta de Europa, alberga entre sus edificios pequeños huertos urbanos situados en jardines. Estas peculiares huertas de producción ecológica están extendiéndose por muchas ciudades españolas. En Murcia, gracias al proyecto ´Huertos de Ocio´ promovido por la propia concejala de Medio Ambiente, Adela Martínez-Cachá, está cosechando grandes éxitos y «cada año aumentamos el número de huertos porque nos lo piden los ciudadanos y hay lista de espera para conseguir una parcela». A día de hoy hay ciento doce parcelas repartidas entre diez huertos por todo el término municipal.

Para obtener una parcela hay que cumplir unos requisitos y luego respetar unas normas. Todos los cultivos son totalmente ecológicos, no se pueden plantar frutales, solo verduras y hortalizas que se destinarán al autoconsumo, ya que está prohibida la venta de la cosecha. Las licencias se conceden para dos años, prorrogables por otros dos años más. Anabel Martínez, técnico de Sanidad Ambiental del ayuntamiento de Murcia, cuenta que casi todos los propietarios piden la prórroga. Los huertos se entregan preparados para la cosecha, labrados y con el sistema de riego por goteo instalado. Hay inspectores de zona que comprueban el buen funcionamiento y controlan que nadie ajeno entre en ellos.

Viendo el éxito y la productividad que tienen las huertas, las asociaciones, como Jesús Abandonado, el Centro sociocultural de Puertas de Castilla, las familias y personas con enfermedad mental o el proyecto Urban del barrio del Espíritu Santo, han solicitado en esta última convocatoria unas parcelas exclusivas para ellos. Ya que como los cultivos cosechados dan para abastecer a una familia han pensado que esta iniciativa les proporciona una buena actividad para aprender a cultivar y a la vez, obtener alimentos para el consumo de estas asociaciones.

Los usuarios animan a otras ciudades a que se inicen en los huertos urbanos.

Francisco Balsalobre

Lleva alrededor de cinco años cultivando en el huerto que tiene en el Jardín de El Lago. Se lo adjudicaron después de varios intentos pero con persistencia lo consiguió. Lo hizo porque le gusta bastante la agricultura y tiene tiempo para ello, ya que está jubilado. Confiesa que «te ocupa un espacio y mantienes la mente limpia y despejada y compartes los resultados con la familia». Estar en su pequeño huerto le recuerda a cuando él era un niño y pasaba su tiempo en la huerta. Suele ir un ´ratico´ casi a diario, ya que «hace falta continuidad, quitar las malas hierbas, regar y seguir la cosecha». Suele plantar patatas, lechugas, pepinos, cebollas, ajos y demás verduras y hortalizas, siempre ecológicas y sin fumigación.

Gregorio Trancón

Comenzó hace ya seis años con su labor en el huerto del jardín de El Lago y sigue con mucha ilusión porque le gusta la agricultura y la ve como un buen hobby para la jubilación. Los ´Huertos de Ocio´ le parecen un proyecto excelente y muy bueno, además anima a que se extienda al resto de población, ya que la gran mayoría de los propietarios son jubilados o pre-jubilados. La mayor satisfacción que le proporcionan los cultivos es ver crecer las plantas y, sobre todo, comerse lo que cultiva ya que no se usa ningún producto químico. Le gusta cultivar productos de temporada, pero que se coman en su casa. Suele plantar especies que están en peligro de desaparecer y quiere perpetuarla. Además, también cultiva variedades de tomates y pimientos murcianos que no son productivos en el mercado. Para mantener en plena producción su huerta suele ir casi todos los días.

Teresa López

Enamorada del medio ambiente y de la agricultura ecológica lleva en el huerto de Espinardo desde que comenzó en esta zona. Las razones que la llevaron a solicitar uno de ellos fue porque «me gusta comer sano y los ´Huertos de Ocio´ te permiten la agricultura ecológica, además de poder estar en contacto con la tierra y darte la oportunidad de conocer el ciclo de la vida». Reconoce que es una gran oportunidad de tener una zona verde y de contribuir a la educación ambiental de la ciudadanía. La relación que existe entre Teresa y los demás propietarios es muy buena. «Los mayores me suelen contar historias, hacemos intercambios de semillas y la cooperación entre nosotros es genial». Cuando comenzó con la andadura del huerto, decidió plasmar sus experiencias en un blog, en el que ha ido mostrando paso a paso el trabajo que ha realizado allí, el compañerismo que viven y, sobre todo, la cosecha, que en algunos casos ha resultado sorprendente por el tamaño de algunas hortalizas como los calabacines. Teresa innova en sus cosechas, ha plantado especias, tipos de té, variedades de tomate murciano e incluso, flores para ensaladas. Siempre suele hacer dos temporadas, la de verano y la de invierno, todo ecológico y para el autoconsumo. Pero la peor parte de la experiencia durante estos años han sido los robos, confiesa Teresa. Muchos robos y de todo tipo, desde los aperos hasta las hortalizas o verduras que estaban a punto de ser recogidas. Los ladrones en varias ocasiones han llegado incluso a romper la valla para entrar. Desde el Ayuntamiento han intentado solucionarlo, pero de momento no han conseguido que paren, para ello han reforzado el vallado e instalado rosales. Los robos siguen siendo una gran preocupación tanto para los propietarios como para el consistorio.

Salvador Hidalgo

Empezó ayudando a su hijo en otro huerto de este tipo, la experiencia le resultó tan grata que «me picó el gusanillo, lo solicité y me lo concedieron», comenta Salvador. Ya lleva dos años trabajando en el suyo propio, siempre tiene muchas ganas de ir y cuando termina una temporada está espectante para la siguiente. Le encanta emplear el tiempo en el huerto, ya que le da una gran satisfacción personal. Califica como buenísima y fantástica su experiencia. Siempre cultiva productos de temporada, por ejemplo, en invierno suelen ser acelgas, habas, coles, pimientos y ajos entre otros, y ahora cuando llegue marzo pondrá tomates. También cultiva algunas especies diferentes como romanesco, que es una especie entre brócoli y coliflor , o remolacha. En verano le gusta cosechar el melón y la sandía. Para que su recolecta salga en las mejores condiciones suele ir entre dos o tres veces por semana. Además de la alegría de ver crecer sus hortalizas y verduras, Salvador cuenta que «lo mejor de todo es la camaradería que existe con los dueños de los demás huertos, nos intercambiamos aperos, semillas, nos abrimos el agua cuando alguno no puede». Este buen ambiente que se repira en el huerto del Jardín de los huertos del Castellar, en Churra, culmina en cenas con todos propietarios y sus esposas cada vez que terminan las temporadas.