La tragedia ha entrado de lleno este mes de noviembre en la Universidad de Murcia. Cuatro alumnos fallecidos en las últimas semanas es una cifra tan alta y sorprendente que en la institución académica no se habla de otra cosa. El último de los universitarios que ha perdido la vida era Antonio López, estudiante de último curso de Veterinaria, que fue encontrado el pasado lunes por la noche sin vida en su habitación, al parecer, en la cama. Antonio, que tenía 25 años, no se encontraba en Murcia, sino en Benidorm, donde tenía que empezar una estancia de prácticas obligatorias en una clínica veterinaria de la localidad alicantina. Apenas le quedaba alguna asignatura que superar para obtener su título. La causa oficial de su muerte no ha sido comunicada. Lo único que sí ha trascendido es que el estudiante sufría hipotiroidismo y que por esta causa tenía que medicarse, aunque se desconoce si este trastorno ha podido influir en su fallecimiento.

La noticia fue recibida por la mañana de ayer con estupor por los profesores y compañeros de este joven, natural de Socuéllamos (Ciudad Real). Nadie podía dar crédito. A las doce del mediodía decenas de compañeros, encabezados por el equipo decanal de la facultad de Veterinaria, guardaron un minuto de silencio en su memoria. Los más allegados no pudieron evitar las lágrimas al recordar a su amigo, unas lágrimas que poco después se convertían en sonrisas llenas de tristeza al recordar el carácter divertido de Antonio. «Nunca pasaba desapercibido», comentaba una amiga íntima, que junto a otros compañeros relataba anécdotas divertidas de sus tardes de estudio, en las que Antonio siempre ponía en práctica alguna ocurrencia para que todos se rieran un rato. Profesores, amigos y compañeros, además de una representación del rectorado de la UMU, tenían previsto asistir al funeral del joven, que estaba previsto que se celebrara ayer por la tarde.

La de Antonio es la cuarta muerte de un estudiante de la Universidad de Murcia. La primera, y seguramente la que tuvo más repercusión mediática, fue el accidente de una alumna polaca con beca erasmus de Enfermería, que falleció al caerse desde la calle Betis de Sevilla hasta la orilla del río Gualquivir cuando se hacía una autofoto. Ocurrió el primer fin de semana de noviembre. La segunda tragedia fue la de Ana María, estudiante de la facultad de Educación, que falleció de muerte súbita cuando se encontraba en una de las aulas de informática del centro. Tenía 21 años. Fue el diez de noviembre. El tercer alumno en fallecer solo unos días después fue un estudiante de la facultad de Medicina, que tras dos días sin que su familia tuviera noticias de él, fue hallado por unos compañeros en la habitación de su piso de estudiante. Estudiaba cuarto curso. La noticia de su fallecimiento trascendió el 14 de noviembre.

Los tres últimos sucesos, por tratarse de muertes naturales de personas tan jóvenes han sido muy comentadas dentro de lo universidad. El rectorado envió ayer, como en los casos anteriores, sus condolencias a la familia.