A las siete en punto de la mañana las campanas de la Catedral de Murcia advertían a los romeros de que iba a comenzar la eucaristía dedicada a la Patrona. La iglesia estaba ya abarrotada de fieles y era imposible acercarse al altar, pero los altavoces del templo llevaron a todos los rincones la voz del obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, quien ofició la ceremonia. Lorca Planes agradeció la asistencia a las autoridades religiosas y políticas presentes, y también a los feligreses, a quienes animó a que no perdieran la esperanza, a pesar de las vicisitudes, y a que siempre acudieran a la Virgen de la Fuensanta, a ´La Morenica´, para mantenerla.

Muchos romeros abandonaron la eucaristía poco antes del «podéis ir en paz», porque querían coger sitio para ver a la Santa salir por la puerta grande. La variedad de gentes en la Plaza Belluga se percibía al primer vistazo. Jóvenes, mayores, niños, creyentes y curiosos, todos tuvieron cabida en la Romería. José Costa, vecino de Murcia, no se pierde el acto ningún año. Ayer acompañó a la patrona hasta el Santuario con su mujer y llevaban botellas de agua congeladas, para que aguantaran todo el trayecto, y bocadillos. Marina, de 18 años, asistió con su grupo de amigas, «para pedirle trabajo a la Virgen», porque hace dos años que está en paro.

El empleo, sin duda, fue uno de los reclamos más demandados, y también el agua, frecuente padecer de los murcianos, que se encuentra ya en los orígenes de esta tradición, en 1964. Este fue el primer año que la ´Fuente Santa´ procesionó por las calles de la ciudad ante la mirada de los vecinos, que, tras un periodo largo de sequía, le imploraban precipitaciones.

La Morenica asomó por la puerta del templo con la primera luz del día y salió a la vista de los miles de feligreses portada por sus fieles, los de la Real Hermandad de Caballeros de la Fuensanta. Belluga rompió en aplausos y ovaciones para «la más guapa», «la Patrona», «la Virgen de los murcianos». Era imposible moverse por la plaza, pero los romeros querían irse ya hacia el próximo punto: el Puente de los Peligros, para recibir al trono de cara y encaminarse hacia el Barrio del Carmen. «Está preciosa. Mira el manto. Sabía que hoy llevaría el manto huertano», le decía Carmen a su compañera cuando la vieron aparecer por la Gran Vía. Esta cristiana, que vino con el uniforme del trabajo puesto, quiso acompañar a la Virgen por unos instantes, antes de empezar a trabajar en una residencia de ancianos.

Los vecinos de El Carmen se agolpaban en los balcones para ver llegar al objeto del fervor y ofrecerle sus vítores: «¡Viva la Virgen de la Fuensanta! ¡Viva la Morenica! ¡Viva Murcia!». Ya en la iglesia del Carmen, donde la cofradía de Los Coloraos lo había dispuesto todo, la Morenica recibió una lluvia de pétalos. Y siguió su trayecto, solemne, hacia las vías del tren.

En el traslado de la Virgen no solo participaron murcianos. Algunos romeros vinieron de municipios o provincias limítrofes. Como Sole, quien vino desde Lorquí acompañada por su cuñada y por su hija para pedirle a la Virgen salud. Estas ilorcitanas se perdieron la misa, porque «se nos han pegado las sábanas», confesaron.

De camino a Santiago el Mayor, los portadores detuvieron el paso en varias mesas, de las cuarenta en total que hay a lo largo de todo el recorrido. Aprovechando una pausa, Joaquín Vidal Coy, que este año ocupaba el puesto de cabo de andas, que oficialmente pertenece a su padre, Joaquín Vidal Monerri, destacó que «cada año viene más gente: más niños, más jóvenes». Vidal Coy afronta con orgullo, aunque también con resignación, tener que sustituir a su padre, «que este año, por la edad, no ha podido salir». De esta manera, continúa con el encargo que el obispo Miguel de los Santos Díaz y Gómara diera a su familia en 1939.

Junto al trono también estaba Alfonso López, esposo y cuñado de Carmen y Antonio Ferre, los encargados de elaborar el manto que porta la Virgen. «Es un manto de lana en colores, típico huertano, que estrenó en 2012. Diseñado y bordado por mi cuñado y por mi mujer, y también por mí», explicó Alfonso. Este colorido vestido, que en la espalda lleva bordado el escudo de Murcia sujetado por dos palomas, es solo uno de los veinte que conforman la colección de la ´Fuensantica´, que entre otros, cuenta con una prenda que le regaló la reina Isabel II en 1862.

La procesión siguió avanzando al ritmo de las Jotas y Malagueñas que la banda La Cuadrilla de Patiño regaló a la Virgen y a los romeros en los siete kilómetros que separan al municipio del Santuario de Algezares. Para Tomás, uno de sus integrantes, «este es el día más emotivo porque la gente mayor, que normalmente no acude a los actos a los que vamos, baila durante la Romería con nosotros».

En el barrio El Progreso, los propietarios de la floristería Virginia arrojaron a la Virgen «12 capazas con 2.000 docenas de pétalos de Gervera y 300 docenas de pétalos de rosa» desde el balcón de la familia Almagro. El dueño, Ángel Serrano, contó que «lo hacemos todos los años porque nos ha ayudado con la enfermedad de mi hija pequeña». Su mujer reconoció que «llevamos desde el sábado dehojando flores».

La Morenica dejaba atrás en su recorrido la iglesia del Progreso, donde decenas de personas se arremolinaban a su alrededor cada vez que los estantes hacían la necesaria parada técnica para tomar aire y reponer fuerzas. Todos buscaban la instantánea de frente de la Virgen, que lucía imponente bajo un cielo encapotado. No obstante, a pesar de que la climatología acompañó, los devotos compraban botellas de agua gélida en los puestos de avituallamiento con el fin de hidratarse a lo largo de la caminata. Algunos portaban bastones y calzado y ropa deportiva, lo que facilitaba y hacía más cómodo el trayecto y en el que no se produjeron incidencias, a pesar del amplio dispositivo sanitario y policial. Más de una docena de guardias civiles se encargaron de acotar los accesos al Santuario, que a las 14.00 horas estaba atestado de gente que quería ver, desde una buena posición, la entrada de la Virgen. Cuando comenzó a llover, a su paso por Algezares, la Patrona fue cubierta con un plástico para proteger la talla de la lluvia.

Algunos murcianos encendían velas con una moneda formulando sus plegarias. Otros optaban por ir a los puestos de merchandising. Y es que La Virgen de La Fuensanta también es una marca, de hecho, ayer circuló por Twitter como la pólvora el hastag #VirgenDeLaFuensanta. Conscientes de ello fueron las decenas de comerciantes que hicieron su particular agosto con sus puestos ambulantes, donde se podían encontrar artículos de todo tipo: desde zapatillas Nike hasta patatas artesanas. «Prometimos el año pasado que vendríamos otra vez y lo hemos hecho», cuenta Noelia, una auxiliar administrativo que va acompañada de su hija, quien porta una vela en sus manos.

Fueron de los pocos que se atrevieron a desvelar el contenido de sus plegarias a la patrona. Los fieles, en su gran mayoría, preferían mantener en secreto por qué oraban y por qué se encomendaban a La Morenica. «Virgencica, sálvame» cantaban fervorosos los romeros, algunos de ellos caras conocidas del mundo de la política, como el concejal de Transportes, Javier Iniesta, quien esperaba a La Morenica en la carretera de Algezares. «Va a traer agua, aunque, de momento, nos ha traído un paraguas para protegernos del sol», aseguraba a este periódico el director de la Escuela Universitaria de Osteopatía, Pepe Soler. El extorero es un habitual de esta Romería, y es que lleva 45 años sin faltar a esta cita mariana.

La Morenica hizo parada en La Fábrica de José Barceló Alemán, donde la ´regaron´ con una lluvia de pétalos para deleite y emoción de los presentes. «Le he echado muchísimos claveles morados, de un dedo de gordos, para que llueva», aseguraba Miguel Orenes instantes antes de rociar a la Virgen de una fragancia casi indescriptible y muy plástica visualmente. Hasta el propietario de la salsoteca Abraxas, José Moreno, abrió las puertas de su local desde las 9 de la mañana, con una programación de baile que se anunciaba con un cartel con la patrona a su paso por la puerta de la discoteca. Lo cierto es que los rezos surtieron efecto y la Morenica trajo agua para refrescar los campos, que han vivido uno de los años hidrológicos más secos de su historia. Todo un milagro.