Desde referencias al Mundial de Brasil de junio (con un partido simulando la deseada final entre España y Brasil), pasando por la chirigota de Beniaján o el ya mítico dragón, sin olvidar el buen hacer de las ´majorettes´ húngaras o los Diablos de Brotons, que volvían después de cuatro años y, por supuesto, el culmen con las carrozas trufadas de regalos que los dioses del Olimpo repartieron sin límite entre las 850.000 personas que, según calcula la Policía Local, presenciaron un espectáculo que volvió a colapsar el centro de la ciudad de Murcia. Toda la magia del desfile del Entierro de la Sardina volvió a llenar anoche de color, fuego e ilusión las calles de Murcia con su mitológica cabalgata.

El incidente negativo más destacable se produjo en la Gran Vía, donde cuatro personas tuvieron que ser atendidas por la Cruz Roja debido a quemaduras leves que se produjeron por los fuegos artificiales de una charanga. Además, según informa el ´112´, un hombre de mediana edad tuvo que ser atendido por un infarto. Por lo demás, el dispositivo sanitario asistencial atendió hasta las diez de la noche a 41 personas, 13 de los cuales tuvieron que ser traslados a centro hospitalario.

Ya en el aspecto lúdico propiamente dicho, en esta ocasión la generosidad sardinera fue más palpable que nunca. Los pitos, balones, muñecos, bisutería, espadas y demás sueños de plástico en forma de juguetes repartidos superaron el millón y medio, casi el doble que hace un año. Un buen motivo, junto a que todo estaba listo para que el desfile saliese a pedir de boca, que demostraba la ilusión en los ojos del presidente de la Agrupación Sardinera, Gregorio González, algo de lo que fue testigo LA OPINIÓN en la salida de la cabalgata en la avenida San Juan de la Cruz del barrio del Infante. «Todo marcha de maravilla y tenemos muchas novedades, como los Diablos de Cataluña, que vuelven a desfilar después de cuatro años o grupos de ´majorettes´ de Hungría o Polonia, que se estrenan en el desfile», comentaba.

Mientras, durante el recorrido, a los afortunados que disfrutaban del cortejo en sillas se unían algunos ´buscavidas´ que se colocaban en los escalones de edificios como Hacienda, encima de las papeleras, sobre los contenedores de basura y hasta en semáforos. Y es que cualquier sitio era bueno para poder ver, a poder ser desde las alturas, el desfile.

Acróbatas, malabaristas, saltimbanquis y muchos personajes mitológicos daban color y animaban a los espectadores durante el recorrido de un cortejo que se renueva cada año y que demuestra que si está declarado de Interés Turístico Internacional es por méritos propios.