­Las lágrimas de los nazarenos sustituyeron el año pasado a la alegría característica que se vive en la procesión del Domingo de Resurrección. La lluvia impidió que el desfile del Resucitado iluminara la ciudad con el colorido de las túnicas de sus cofrades y la majestuosidad de sus pasos.

Este año, las miradas iban dirigidas al cielo, aunque sin temor: el astro rey brilló con toda su fuerza en una mañana en la que muchos ya pensaban en el zarangollo de los romanos.

Así, se pudo admirar el tercio de romanos que hace años abría la procesión y que la cofradía decidió recuperar la Semana Santa pasada. También se pudo ver la imagen del titular escoltado por cuatro acólitos con dalmáticas blancas, ciriales e incienso, y acompañado por una banda de música, en lugar de la banda de cornetas y tambores. Asimismo, se estrenó el lábaro que encabezará la procesión junto a la bandera.

El colorido, la amplia participación y la felicidad del triunfo de la vida, hacen de la procesión de este domingo por la mañana una de las más seguidas por las familias murcianas.