Los residentes en Beniaján están hartos de promesas incumplidas por parte de las administraciones públicas. Así lo pusieron de manifiesto en la reunión que mantuvieron hace unos días, convocados por la asociación de vecinos que ha retomado con fuerza las reivindicaciones ciudadanas que se han quedado en papel mojado con el paso de los años.

Para hacerse oír han decidido salir del pueblo y hacer una gira por los despachos de los responsables políticos del Ayuntamiento, de la Comunidad Autónoma y del ministerio de Fomento. En el orden del día de la cartera vecinal: la construcción de la biblioteca, de la piscina y la realización de la autovía del Reguerón, entre otros asuntos. «La gente está cabreada. Para ir a nadar se deben trasladar a Puente Tocinos o al Infante. Y para contar con servicio de biblioteca deben desplazarse a La Alberca o al campus universitario», explicó a esta Redacción el presidente de la asociación de vecinos, Rubén Frutos, quien añadió que la población de Beniaján se siente olvidada y aislada. Frutos resaltó que el tejido empresarial de la localidad, sobre todo del sector agrícola, ha ido cada vez a menos por culpa de la falta de inversiones públicas en infraestructuras, al igual que la población. «Los empresarios se han ido marchando y tampoco llegan nuevos», puntualizó Frutos.

«Hay jóvenes en Beniaján a los que nos dijeron, de pequeños, que íbamos a nadar en la piscina que se iba a construir. Hemos crecido y de esa promesa del Ayuntamiento no se sabe nada», relató el presidente de las asociación de vecinos, una organización que está también muy pendiente de la edificación de una biblioteca para el pueblo, un proyecto que la Administración local presentó a bombo y platillo y que se está complicando.

Según han podido saber los vecinos, el Ayuntamiento pretendía utilizar el edificio donde está ubicada la guardería Los Granados (pública de gestión privada), que cerrará sus puertas por problemas económicos y dejará a la localidad sin 42 plazas de escuela infantil. Sin embargo, no podrá hacerlo y busca otro espacio para albergar de forma provisional el servicio de biblioteca mientras se construye la definitiva. Los vecinos también criticaron que sólo la redacción del proyecto de la piscina cueste 140.000 euros.