La Universidad de Murcia vivió ayer uno de esos días especiales que no se olvidan fácilmente. El tenor Plácido Domingo fue investido como doctor Honoris Causa en una ceremonia cargada de la emoción que solo un genio de la música y la interpretación puede llegar a transmitir. «Es seguramente el español actual más universal», dijo el rector, José Antonio Cobacho, en su intervención. Lo que ayer quedó claro en los pasillos de la facultad de Economía y Empresa, por el revuelo y la expectación general, es que pocos Honoris Causa tan mediáticos han pasado por allí. El acto empezó con un retraso considerable porque a cada paso que el tenor daba, debía pararse a saludar, posar para una foto o dar un autógrafo. Todos querían estar cerca de un genio universal con un currículum tan grande que es imposible resumir en un acto académico.

La facultad de Educación es la responsable de que Plácido Domingo sea ya miembro honorífico de la Universidad de Murcia, un título que promovió por su defensa decidida de la educación musical en las escuelas desde las primeras etapas educativas de los niños. Antes del inicio del acto académico, el tenor argumentó ante los medios de comunicación esta postura afirmando que «los niños ya escuchan la música popular en sus casas y por la calle, pero no la música clásica y es importante que los niños, desde bien pequeños, destinen al menos una hora a la música; a esas edades son esponjas y lo pueden apreciar todo, aprender todo». Así, aseguró, se creará en el futuro público que irá a la ópera y a los conciertos de música clásica, y así nacerán los futuros artistas. El tenor sostiene «que hay métodos novedosos, a través de juegos, para enseñar esta música a los pequeños sin que se den cuenta de que están aprendiendo». La búsqueda de nuevos talentos es una prioridad en la vida de Plácido Domingo, que ayuda a despegar las carreras de los jóvenes brillantes gracias a su programa Operalia.

Las palabras del tenor sobre enseñanza son especialmente importantes en un momento en el que la nueva ley educativa, la LOMCE, como recordó la madrina del acto, la profesora María Concepción, deja en manos de las Comunidades Autónomas y los centros escolares la decisión de si en Primaria y Secundaria debe estudiarse educación musical. Plácido Domingo hizo ayer su alegato en presencia del consejero de Educación, Pedro Antonio Sánchez, que hace pocas semanas se comprometió a mantener esa hora semanal de música en los colegios; algo que tendrá que confirmar un decreto de forma oficial en los próximos meses.

Una cátedra con su nombre

Ya en su discurso de investidura, Plácido Domingo dio las gracias «por el alto honor que me habéis concedido en esta tierra donde la generosidad y la hospitalidad tienen su cuna». Y entonces, se acordó del Rey Sabio, Alfonso X, cuya imagen está en el escudo de la Universidad, casi centenaria. «El Sabio vivió desde su nacimiento las ventajas que la diversidad de orígenes, ideas, conocimientos o creencias aporta (...) y aprendió que en este mundo es más beneficioso sumar que restar y que las diferencias, más que separarnos, pueden darnos una visión más clara del mundo».

Por este carácter, que está en el origen de la propia Universidad de Murcia, destacó el tenor, es para él «un sueño hecho realidad» que aquí se cree una cátedra de Ciencias de la Música que llevará su nombre. Plácido Domingo entiende la música como la conjugación de la matemática, la ciencia; y el arte; el alma, unidos. «Porque sin el alma y el sentimiento, estaríamos hablando solo de sonido».

El arte en todas sus manifestaciones estuvo ayer presente en la Universidad. El rector, citó a Cervantes para elogiar a «un genio humilde y trabajador»; la coral de la Universidad volvió a ofrecer un acompañamiento delicioso a un acto académico con la interpretación, entre otros temas, de What a wonderful world. Entre el público, otro artista, el pintor Pedro Cano, compartía asiento junto a muchos universitarios y, en general, admiradores del tenor. Entre todos ellos, Rafa Baquero, propietario del Mesón Las Palmeras, que al acabar el acto se arrancó como espontáneo para cantar un fragmento ante el maestro de la zarzuela Maravillas; y junto a él, la tuna, que cantó en los pasillos algunos clásicos como Clavelitos para despedir al Honoris Causa. En una jornada con tanto cariño hacia el artista, él lanzó un deseo al aire, por si alguien le escucha: «Espero un día volver para cantar en vuestro fantástico Teatro Romea».