El proceso de admisión extraordinario de alumnos en los institutos se ha ido complicando en los últimos años, al aumentar el número de estudiantes que, al llegar al Bachillerato en el centro concertado en el que han estudiado siempre, deciden cambiar a uno público para ahorrarse la cuota mensual durante dos cursos, dado que el Bachillerato no es una etapa obligatoria y por lo tanto no está subvencionada. Los más previsores hacen sus solicitudes en el periodo ordinario, pero algunos esperan hasta el último momento y lo intentan en el plazo extraordinario, bien porque no se acordaron en su momento, bien porque toman la decisión a última hora. Según diferentes fuentes consultadas, este año este fenómeno ha complicado el inicio del curso y la formación de los grupos en algunos institutos, sobre todo los del entorno de los centros concertados.

De hecho, la primera semana del curso había centros sin terminar de encajar a alumnos con este perfil. Las comisiones de escolarización tratan de 'repartir' a los alumnos que solicitan plaza en el periodo extraordinario en función de las posibilidades de cada centro y la disponibilidad de plazas, pero ajustar en esta época se complica más por lo apurado del tiempo. Hay que tener en cuenta que en septiembre los institutos celebran los exámenes de recuperación y la matrícula de un curso varía en unos pocos días por los resultados.

«Lo que antes era algo excepcional de verdad, ahora se ha ido generalizando y cada vez más padres solicitan el cambio en el periodo no ordinario. Esto complica mucho las cosas en los centros», explicó a esta redacción el director de uno de los institutos afectados por esta llegada a última hora de alumnos procedentes de la concertada.

Cuando los cursos están ajustados, la llegada de uno o dos nuevos puede modificar en mucho la organización de un centro, especialmente ahora con las ratio tan ajustadas. Una incorporación sola puede motivar el desdoble de un aula si se supera un número determinado de alumnos. Y un desdoble significa tener que contratar a más profesores, así como modificar la organización interna de los institutos.

Según explican diferentes fuentes del sector educativo, este es un problema especialmente sensible en la ciudad de Murcia, esencialmente porque el número de centros concertados es mayor que en otros municipios.

El trasvase de alumnos a los colegios públicos no es un fenómeno de nuevo cuño. De hecho, se ha producido siempre, tal y como confirmó a LA OPINIÓN el presidente de Confapa Murcia, José Antonio Abellán. Sin embargo, el repunte en los últimos años ha sido muy significativo y la explicación hay que buscarla, como en tantas otras cosas, en las dificultades económicas de muchas familias.

Las cuotas del Bachillerato varían, pero rondan, y en muchos casos superan, los 400 euros mensuales. Esto son unos 3.600 euros el curso, a lo que hay que sumar los gastos de libros de texto, el material y, en su caso, el comedor o el transporte, el seguro... Al final, la cuenta suma más de 4.000 euros cuyo ahorro viene mejor que bien en este momento.