Es muy probable que alguna vez hayan llamado a la puerta de su casa. Visten de forma impecable, son educados y su misión es muy clara: propagar la fe y las enseñanzas de la Biblia. Los testigos de Jehová clausuran hoy en el Palacio de los Deportes de Murcia su Asamblea de Distrito, donde 32 nuevos miembros (24 mujeres y 8 hombres) abrazaron la fe tras el tradicional rito del bautismo y la inmersión en agua como sinónimo de pureza y conversión al nuevo credo. En Murcia hay cerca de 3.500 testigos de Jehová y en España superan los 100.000. "El fundamento de nuestras creencias es la Biblia, hacemos un estudio profundo de las escrituras y dedicamos todas las semanas una noche de 'Adoración en familia', donde leemos las Sagradas Escrituras, también a los niños", explica su portavoz Miguel Ángel Gallego. "Para nosotros es muy importante santificar el nombre de Dios, que es 'Jehová', en hebreo", matiza.

Bajo el lema 'La palabra de Dios es la verdad', cientos de creyentes en esta fe se han dado cita estos días en Murcia para profesar sus creencias y analizar problemas de la sociedad actual como lo que califican como una 'crisis de valores'. Un asunto que les preocupa. "Esta sociedad no tiene arreglo desde una óptica humana", asegura otro de los portavoces de la organización, David Caro. "Solo se puede combatir con educación bíblica porque los principios que en ella se contienen son eternos", apunta, por su parte, Gallego. De ahí, que en su web incluyan vídeos para niños, donde se resalta la importancia del civismo y el uso de palabras aparentemente tan simples como 'gracias' o 'por favor'. Están perfectamente organizados. Varias voluntarias, también testigos de Jehová, portan fregonas, cubos e, incluso, carteles avisadores de 'piso deslizante', a los que dan uso inmediatamente después del tradicional bautismo en la piscina.

Escenas bíblicas

Forma parte del atractivo del programa de la Asamblea. Se escenifican pasajes bíblicos, ataviados de época, que encierran uuna lección práctica para la vida diaria de los fieles. Así, se empapan in situ de los principios morales que deben regir sus vidas y aprenden cómo transmitirlos a los demás, convirtiéndose en los perfectos embajadores de una nueva fe.