Los medios de comunicación regionales se hicieron eco del derrumbe del techo del Molino de Abades de La Puebla -también conocido como de Caballero o de La Providencia- y aunque esperad0, te embarga de tristeza y rabia. Hace un par de años se aprobaron 100.000 euros para su rehabilitación, junto al de La Pólvora del Rincón de Beniscornia, por las administraciones municipal y regional. Esto nos alegró a los pueblanos, por salvar una parte de su historia y de la huerta de Murcia. Me consta de la buena disposición del presidente de la Junta Municipal , Francisco Galera, y sus encuentros con el concejal de Turismo, Miguel Cascales; pero lo de siempre, surgen problemas: que si la aguda crisis actual, que si el edificio era privado, etc. Y en unos meses, el edificio herido de muerte y otro berrinche por mi parte; otro edificio y lugar histórico desaparecido.

Ahora trataré de describir algunas características históricas y sentimentales del molino harinero más grande e importante del antiguo reino de Murcia. En algunos documentos aparece que fue fundado por D. Pedro de Soto en 1476, previa petición a la reina Isabel I de Castilla, pero para otros investigadores y eruditos parece que es de la época de reconquista de Murcia, en 1243, por el futuro rey Alfonso X, que lo entregó al obispo y al Cabildo de la Catedral de Cartagena, que lo mantendría como propiedad fructífera a nivel monetario, hasta el último tercio del siglo XIX, cuando fue comprado por el industrial Antonio Miñano Bermejo, conocido por su bondad y filantropía como 'El Patriarca de La Puebla'. Católico ferviente y de gran corazón para los pobres y desvalidos, y que en 1884 acogió a la beata Piedad de la Cruz, y varias monjas carmelitas terciarias, que fundaron un colegio y hospitalico para los más desfavorecidos de La Puebla y Alcantarilla, y que existió más allá de 1889.

En el archivo de la Catedral de Murcia hay libros, legajos y toda clase de documentos en relación con las ganancias, gastos, obras y arriendos del Molino de Abades, junto a varias tahúllas circundantes. Por estos documentos conocemos que Bolarín 'El viejo', el arquitecto de la Diócesis, reconstruyó y amplió las instalaciones molineras. Hacia 1880, Antonio Miñano mandó construir la alta chimenea (de estilo ecléctico francés), parte del paisaje pueblano, junto a la ermita neogótica de Nuestra Señora de La Providencia, derribada impunemente en 1979, a pesar de las protestas de nuestra Puebla, y eso que su fábrica era de piedra y no de atobas; además de la sala mayor con arcos de medio punto, destinada a albergar los silos de trigo y pimentón. La parte semidestruida alberga la maquinaria de finales del XIX de gran interés, pues fue realizada en Nuremberg (Alemania), y son los inicios palpables de la introducción de la revolución industrial en la vega murciana. Lo que queda con ser poco, es quizás la más antigua y original, y en la que el salto de agua y el molino descansa en arcos de medio punto diseñados por Bolarín, o quizás más antiguos, que dejan pasar la corriente de la vieja acequia mayor de Alquibla. Pido a nuestro alcalde, Miguel Ángel Cámara, su apoyo en la conservación del molino, como le expuse en la presentación de mi libro Memoria histórica de Puebla de Soto-Octubre de 2007-.

Por medio de una escuela taller y dejar un retazo hidráulico-industrial de la historia de Murcia, en cuyo entorno nacen las acequias Santarén, Benialé, Benavía y Menjalaco, y riega una zona que va de Rincón de Seca a San Ginés y La Raya, pido que restauren y reparen pronto. Así, Puebla de Soto y el municipio de Murcia conservará un lugar entrañable, lleno de historias y leyendas, relatadas por López Almagro en su novela Colasín.