«He sido muy fuerte. Eso, junto al tratamiento médico que sigo, ha evitado que tuviera que cogerme una baja laboral y abandonara mi profesión». Cuenta el calvario que ha vivido con un tono fuerte, pero cuando rememora situaciones puntuales, su voz se entrecorta y tiene que coger aliento para no romper a llorar. Esta profesora de la Facultad de Biología –que prefiere mantener su nombre en el anonimato– lleva seis años inmersa en un conflicto de más de seis años «que he intentado solucionar dentro de la Universidad, llevándolo en secreto para no darle publicidad, sin llegar a los tribunales, pero por más que he hablado con el rector y con los vicerrectores, al final no he tenido otra opción que demandar a la UMU al no obtener respuesta de las autoridades universitarias».

Y la demanda ha dado sus frutos. Hoy se celebra la vista oral en el Juzgado de lo Contencioso número 7 de Murcia. El asunto se sigue por lo Contencioso debido a que los perjuicios que el acoso laboral supuestamemte han ocasionado a la profesora tienen que ver con su ámbito profesional.

Todo empezó hace seis años, cuando esta docente decidió desvincularse del grupo de investigación al que pertenecía. «Días después, todo cambió para mí. Los profesores de mi departamento con los que había estado investigando años me impidieron el acceso a la bibliografía y guardaron bajo llave mis utensilios de trabajo para que yo no pudiera usarlo», relata la docente».

«Después, pese a que yo había formado parte de los másteres con mi especialidad de entomología (estudio de insectos), dejaron de contar conmigo, y me quedé sin poder dirigir ninguna tesina ni impartir nada más aparte de mi asignatura en la licenciatura», detalla. «Mi carrera investigadora se ha resentido porque han saboteado mi trabajo, sin que ninguna autoridad universitaria lo impidiera pese a mis continuos intentos de que me ayudaran», explica la profesora, añadiendo que «no sólo mi trabajo se ha visto perjudicado, el de mis alumnos también, porque ellos tampoco podían acceder al material y sus tesis se obstaculizaban».

«Me han tratado como una apestada... menos mal que he tenido el apoyo de otros profesores de la universidad y de mis alumnos, que me han elegido como madrina en tres ocasiones», comenta.

Aunque durante seis años esta profesora ha tenido que cruzarse cada día con las personas a las que acosa de acosarla laboralmente, desde el pasado mes de mayo, trabaja en un laboratorio que la Universidad le ha habilitado para que pueda tener acceso al material que supuestamente se le tenía restringido. Su nuevo laboratorio está en otra facultad, y supone molestias a la profesora porque tiene que desplazarse desde su despacho en la Facultad de Biología hasta otro recinto. Pese a esto, está «agradecida» a la Universidad «por haberme instalado el laboratorio, porque sino seguiría siendo una apestada».

«Yo sólo pretendía poder seguir con mi invetsigación, pero las actitudes antidemocráticas de algunos han sido un lastre para mi carrera», concluye la docente, a la que CC OO le ha dado todo su apoyo.

Este periódico se ha puesto en contacto con fuentes de la Universidad que indican que cuando tuvieron constancia de la situación trataron de poner solución instalándole un despacho alejado para evitar que se originaran conflictos entre ellos.