Vivir de lo que la huerta ofrece tras largas jornadas de trabajo, sentarse a la sombra de un olivo y tejer las distintas piezas que formarán parte del ajuar de una joven huertana o disfrutar del tiempo libre jugando a algún juego tradicional de esos que los niños de hoy en día no tienen constancia alguna. Estas son pequeñas muestras de las actividades que hace muchos años se llevaban a cabo en la huerta de Murcia y que ahora las peñas huertanas trabajan por mantener en la memoria colectiva de la ciudad.

El Almendro es un claro ejemplo de constancia, esfuerzo y pasión por la huerta. Desde que esta peña se fundara en La Alberca en 1974, sus socios no han parado de trabajar para conseguir algo de lo que hoy en día disfrutan: una amplia sede con huerto, salón de ensayos y un museo.

Cientos de artículos utilizados hace años en las casas de los huertanos se encuentran ordenados con sumo cariño en este local. Utensilios de cocina (cetras, ciazos, celemines, plateras, etc), se mezclan con recuerdos de una vida pasada en las que las herramientas de trabajo del campo eran joyas preciadas para lograr el sustento de la familia. Carmen Pérez, presidenta del Almendro, nos abre las puertas de este museo que, junto a su marido, Jesús García, y varios socios como Ana Pujante y Antonio Martínez, han ido completando cada vez que han podido.

«Esto es una maravilla y mi pena es que cuando nosotros no estemos, todo esto desaparezca», asegura una emocionada Carmen, a la vez que muestra con orgullo decenas de artículos elaborados por las propias mujeres de la peña. El museo también cuenta con la recreación de un antiguo cuarto de la huerta con su cama, la ropa del huertano, así como libros centenarios y decoración de la época. No se trata del Prado o el Thyssen-Bornemisza, pero el museo de la peña El Almendro concentra mucho amor por la huerta.