El edificio que comenzó a construirse en Puente Tocinos, entre la avenida Miguel Indurain y la carretera que lleva a esta pedanía, como un hotel de cinco estrellas, el primero de máxima categoría que habría en el municipio de Murcia, tiene la licencia de obras caducada y, puesto que no hay perspectivas de reanudar la construcción, a la estructura del bloque ya levantada se le dará un uso insospechado. El 'esqueleto' de este edificio de 20 plantas va a ser utilizado por los bomberos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) como banco de pruebas para sus entrenamientos y sus prácticas.

Así lo confirmó ayer el concejal de Urbanismo, Fernando Berberena, en virtud del acuerdo adoptado por la junta de Gobierno del ayuntamiento de Murcia para ceder temporalmente al SEIS este edificio inacabado y que sigue siendo propiedad de la mercantil Tempornovis S.L.

Dicha sociedad trabaja en la construcción de hoteles de la cadena Hospes, cuyo presidente es Pedro Cortina Koplowitz y que se integra en el grupo de empresas de su madre, Alicia Koplowitz.

La misma pidió en su día a la gerencia de Urbanismo el permiso para edificar y comenzó los trabajos. De hecho ha gastado una cantidad que ronda los 20 millones de euros del total de 60 que invertiría para abrir el hotel Huerto del Emir, cuya actividad generaría más de 200 puestos de trabajo, según se apuntó cuando se presentó el proyecto.

Sin embargo, la crisis inmobiliaria que afecta al país desde hace tiempo y del que no es ajeno el municipio de Murcia hizo que el proyecto haya quedado paralizado desde hace más de un año y la licencia y la prórroga solicitada con posterioridad han caducado, por lo que si esta sociedad u otra que tomase el relevo quisiera reanudar las obras tendría que solicitar el pertinente permiso otra vez.

«Los tiempos que corren no son los mejores y, por lo que se ve, el proyecto va a seguir parado algún tiempo más», auguró Berberena. «Por ello se ha optado por darle una utilidad a la estructura», añadió.

El lujo debe esperar

El Huerto del Emir, concebido como un establecimiento de lujo, se ideó para albergar a huéspedes en sus más de 100 habitaciones y tenía una serie de particularidades que lo convertirían en un hotel de alto standig. Sin duda el más llamativo era la construcción en la terraza de una piscina cuyo fondo era un cristal, a través del cual y aprovechando un gran tragaluz, se vería desde una altura de 60 metros lo que ocurriría a ras de suelo en la recepción del hotel, una sensación de vértigo al que solo tendrían derecho los clientes del establecimiento.

Este hotel, que igualmente incluiría un spa, un gimnasio, salones para reuniones y celebraciones y un restaurante, por el momento solo es una gran estructura de hormigón, a la que le darán uso los bomberos de Murcia.