Los días 3 de cada mes se producían violaciones a prostitutas en Murcia, que eran denunciadas por las víctimas en Comisaría. Los indicios de los agentes señalaban como sospechoso a Jesús Enrique C.M. alias Kike, a quien se juzga estos días acusado de asesinar a la prostituta Priscilla el 3 de junio de 2008.

Así lo explicó ayer uno de los miembros de la Policía que prestó declaración en la cuarta sesión de la vista oral celebrada en la Audiencia Provincial. Por el «miedo» a que las agresiones a chicas se repitieran, en cuanto se descubrió la coincidencia del ADN de Kike con el hallado en el cuerpo de la víctima y en la escena del crimen, se «aceleró» el arresto del acusado. El agente que testificó ayer relató que, días después de la detención, se le imputaron «más violaciones a prostitutas» ya que éstas señalaron a Kike como su agresor al reconocerlo en las fotografías que aparecieron en la prensa. El policía que desveló estos datos no pudo dar más detalles puesto que la fiscal le interrumpió para evitar que se «contaminara» al jurado popular con hechos que no tienen «nada que ver» con lo que se juzga ahora.

El testimonio de un agente de la brigada de Policía Científica añade que, además del ADN encontrado en los pezones y los labios de la víctima, así como en el cable con el que fue atada, y que coincidía con el del acusado –tras analizar su saliva en la colilla de un cigarro–, también se encontraron restos biológicos de Jesús Enrique en el barrido del suelo del dormitorio de la víctima. Este detalle desacredita el argumento de la abogada de Kike, que ha manifestado en su defensa que si Priscilla tenía restos de ADN del acusado en su cuerpo es porque mantuvieron relaciones la noche anterior al crimen en el club de alterne donde ella trabajaba, y que la propia víctima habría contaminado el cable con el que estaba atada al tocarlo con sus manos. Los agentes no hallaron restos de ADN de ningún otro sospechoso en la escena del crimen ni en el cuerpo de la fallecida, pese a que tomaron muestras a una veintena de personas.

En cuanto al trabajo de los médicos forenses, éstos explicaron ayer de qué murió Priscilla y detallaron el estado en el que estaba su cuerpo. Así, la perito describió que el cadáver «se encontraba sobre la cama, pero con los pies en el suelo, completamente desnuda, con una camisa tapándole el rostro y otra camiseta en el cuello que pensamos que antes la había tenido en la boca como una especie de mordaza».

La fallecida presentaba tres heridas en el pecho, producidas por un arma blanca que no ha podido ser localizada, y que penetraban la parrilla

costal, siendo la de mayor gravedad una de nueve centímetros de profundidad que atravesaba su pulmón izquierdo llenándolo de sangre e impidiendo la respiración. Esta herida provocó que el saco que cubre el corazón se inundara de sangre impidiendo el funcionamiento de este órgano al taponarlo, siendo ésta la causa de la muerte. El cadáver también presentaba hematomas en la cabeza, compatibles con cinco dedos de una mano al ejercer presión sobre el cráneo.

En cuanto a la posibilidad de defesa de Priscilla –lo que a efectos de condena incluye en el plus de pena que supone la alevosía en un asesinato– los facultativos subrayan que la agresión mortal se produjo cuando la víctima ya estaba atada, por lo que no pudo poner resistencia. «Llegamos a este convencimiento porque la fallecida tenía unas uñas largas y bien cuidadas, y todas ellas estaban intactas, lo que indica que no hubo una reacción de defensa», matizaron. Unos hematomas en los muslos al ejercer presión para liberarse son el único signo de resistencia según los peritos forenses, que indicaron que el fallecimiento se produjo aproximadamente entre las ocho y las once de la mañana.

El acusado «no presenta enfermedad mental que pueda afectar a su voluntad» según el examen psiquiátrico, que indica que es una persona «normal», «duro emocionalmente», «arrogante» y que no muestra «empatía» hacia la víctima.