Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Lengua y Literatura Hispánica, el profesor Pancracio Celdrán, nacido en Murcia, ha recorrido buena parte del mundo enseñando y mostrando las cualidades del castellano. Es autor de numeroso libros, entre los que destacan Hablar con corrección, Hablar bien no cuesta tanto o ¿Quiere usted hablar mejor?. Defensor a ultranza del español, Celdrán ha sido nombrado Presonaje Delustre por L´Ajuntaera pa la Plática, el Esturrie y´el Escarulle la Llengua Murciana, que celebra en estos días su XXII Semana la Llengua Murciana.

¿Cómo sienta que a uno lo nombren personaje ilustre en su tierra?

Iba a decirle que soy un profeta en su tierra, pero como los profetas son del sigo VI antes de Cristo, le diré que soy una criatura agradecida ante tanta gentileza. Y mucho más si el nombramiento viene de una institución de tanta enjundia como L´Ajuntaera.

¿Interesa tanto como parece el castellano fuera de España?

Mucho, cada vez más. Acabo de volver de Ucrania, que he estado en la Universidad de Kiev, y el interés se nota en la cantidad de alumnos que desean aprender el castellano. Realmente, todo lo español está interesando mucho.

¿Se cuida o se aprecia más que en nuestro propio país?

Desgraciadamente sí. En España el castellano recibe golpes incomprensibles para los que viven en el extranjero. Nadie entiende que se prohíba el castellano en las escuelas catalanas o que en Galicia exista una obsesión por arrinconarlo. Es una de las culturas más importantes y hay criaturas excesivamente nacionalistas, palurdas, que tratan de terminar con ella.

El panocho es la lengua de Murcia.

Así es. Yo estoy muy orgulloso de la llengua murciana, pero el panocho debe ser del corazón y no del cerebro. El murciano es mucho más sensato que el catalán y no pretende que el panocho sea una lengua oficial.