Aunque no tiene parentesco con el escultor de Era Alta, Antonio Campillo es otro de esos murcianos indispensables. Presidente del Foro Ciudadano y una de las voces más críticas de la Región, desde ayer es también el decano de la Facultad de Filosofía de la UMU. Su lucha: formar para cuestionar.

Antes que filósofo y sociólogo, Antonio Campillo (Santomera, 1956) es un ciudadano incómodo. Su militancia activa en los movimientos sociales de la Región –es el presidente del Foro Ciudadano– lo ha convertido en una de las voces críticas de esa Murcia necesitada de pluralismo, de crítica, de debate y de rendición de cuentas por la que lucha. Desde ayer es también el nuevo decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia, un cargo en el que sucede a José Lorite. Su desafío: encontrar recambio para el profesorado en puertas para la jubilación, llevar a buen puerto la implantación de Bolonia y de las nuevas tecnologías, y formar a generaciones de alumnos que ejerzan con responsabilidad su papel como profesionales y ciudadanos.

¿Son útiles los filósofos en una sociedad que piensa tan poco?

Filosofía es una carrera minoritaria. Este año ha aumentado el alumnado y dicen que por la crisis, pero aquí llegan estudiantes vocacionales, que suelen ser buenos, y estudiantes de rebote que no han obtenido nota para cursar otras carreras y acaban marchándose. Esa es una cuestión que nos preocupa y que debemos afrontar para reducir el alto índice de abandono, que ronda el 40%. Sin embargo, tenemos un número de becarios muy alto –12–, que casi duplica el número de profesores. Lo peor es que los licenciados, que son gente muy bien formada, no tienen perspectivas en España.

¿Qué salidas profesionales encuentra un filósofo hoy en día?

Muchos se dedican a la docencia en Secundaria, a la gestión cultural, al periodismo, a tareas editoriales. Los alumnos más brillantes acaban en la investigación.

¿En España están bien considerados los filósofos murcianos?

La Facultad está entre las cuatro primeras de España y tenemos a profesores de prestigio internacional. Recibimos Erasmus de toda la UE y queremos potenciar en esta nueva etapa las relaciones internacionales con Europa y Latinoamérica. Por ejemplo, el próximo año recibiré a dos doctorandos de Colombia y de México.

¿El cargo institucional no minará su actitud siempre beligerante contra los abusos de poder y contra los desmanes políticos?

Los universitarios tenemos una responsabilidad social para formar a la gente joven y para dar una opinión formada de temas que son de nuestra competencia. No es incompatible ser decano y ciudadano. Cada uno desde su ámbito debe participar en la vida pública con conocimiento de causa.

¿Por qué desde sectores de opinión críticos se acusa a los murcianos de pasotismo y complacencia hacia sus gobernantes?

Es un fenómeno general en sociedades contemporáneas, consumistas y acomodadas, no es algo propio de los murcianos. La política está delegada en partidos y en España hay poca cultura cívica, de participación. Las hay pero muy minoritarias, y en Murcia se nota más. Vivimos en un régimen de partido casi único, el PP gobierna casi todas las instituciones y el poder político, económico, mediático... y eso hace que la vida pública se empobrezca, sobre todo con una oposición tan débil. La participación de los ciudadanos en la vida pública está relacionada con la formación, y aquí tenemos niveles de alfabetización aún muy bajos, por eso es importante que la Región eleve su nivel.

¿Por qué la Universidad evita pronunciarse en asuntos que preocupan a la opinión pública?

La Universidad es la institución más importante de la Región porque acumula todo el capital cultural e investigador, a profesores y alumnos, bibliotecas y centros de investigación. En mi caso, ahora como decano de Filosofía me tocará asumir que la Universidad tiene un papel ante la sociedad y que debe participar en los debates de la Región. Por ejemplo, en el caso del yacimiento de San Esteban, echamos de menos un pronunciamiento más claro de la institución para apoyar la conservación de un patrimonio cultural nuestro, y en los asuntos ecologistas y de agua debería tener un papel mucho más activo del que tiene.

¿No teme ser un pepito grillo?

Eso debería ser algo normal, no debería verse como algo incómodo. Lo sorprendente es que la crítica no se vea como algo positivo, y eso sí que es una herencia del franquismo, de esa falta de cultura democrática. Sin debate, sin crítica y sin discusión, una sociedad se anquilosa en vicios, rutinas y corruptelas varias, por eso necesitamos transparencia y claridad.

¿Sigue pensando que la desprotección de Marina de Cope es un error político imperdonable?

Es uno de los patrimonios más hermosos que tenemos y fue vergonzoso que se desprotegiera en los años del boom. Han pasado 9 años y el Tribunal Constitucional no ha dicho nada y eso es indicador de cómo está hoy la Justicia.