Caravaca quiere seguir abriendo nuevas vías de peregrinación y hacer que aquellos Caminos Reales, de los cuales hoy solo quedan mínimos vestigios, que un día como una telaraña, conectaban a la Ciudad Santa del Noroeste murciano con los pueblos vecinos. Unos caminos que en la mayoría de los casos tenían un uso comercial, pero que también sirvieron como vías de peregrinación para acceder a la fortaleza santuario. Recientemente el Ayuntamiento de Vélez Blanco iniciaba los trabajos técnicos para convertir el Camino Real en una nueva vía de peregrinación. Varios profesores del IES San Juan de la Cruz, acompañados por el director de los museos, Indalecio Pozo, han recorrido el poco más de medio centenar de kilómetros que conectan Caravaca con la población almeriense.

La parte Norte de Vélez Blanco linda con la parte oeste del término municipal de Caravaca, precisamente la zona que más ha acusado la despoblación en los últimos años. Un camino por donde circulaban carros y se practicaba el intercambio de mercancías a los niveles de un sistema económico mucho más cerrado que los existentes en nuestros días. Existen hechos históricos que aparecen documentados en el siglo XV, por lo que con todo probabilidad el camino se creó después de la incorporación del Reino de Granada a Castilla, ya que anteriormente era una tierra fronteriza.

El camino comienza en el antiguo camino de Granada, por las traseras del Campo de Fútbol en dirección al estrecho de la Encarnación, cruza a La Almudema y esquivando la carretera por una zona montuosa cruza a Campo Coy y Periago, hasta llegar a la diputaciones de Vélez Blanco como Guadalupe y el Alcaide. En total, unos 67 kilómetros que en bicicleta se podría hacer en un día, y caminando en dos o tres jornadas.

Un camino que no resulta complicado en poner en valor, tras existir ya un albergue en la zona de las Almohallas y las antiguas Casas Forestales del Icona -hoy lamentablemente abandonadas- podrían servir como nuevos albergues.

A lo largo del camino, que en su mayor parte va por encima de los 1.000 metros de altitud, también se pueden descubrir muchos hitos antropológicos como las Salinas de Periago, así como infraestructuras hidráulicas como aljibes o aprovechamientos de escorrentías para obtener agua, y charcas para que el ganado pudiera beber.

Otro de los alicientes de estos caminos es que se pueden hacer aportaciones históricas que sirvan como aliciente y curiosidad, como el que relata Juan de Robles Corbalán en su libro 'Historia del Mysterioso Aparecimiento de la Santíssima Cruz de Caravaca´, que recuerda que un Día de Pascua llegaron los moros a la villa de Cieza, saqueándola y llevándose presos y cautivos a los cristianos que pillaron a su paso. Tras enterarse los caballeros de Lorca y Caravaca, salieron a su encuentro, dándoles caza en una pequeña aldea, y consiguiendo recuperar lo robado. Desde aquel momento el lugar tomó el nombre de Campillo de los Caballeros.