Los vecinos de la calle San Antonio, en Alcantarilla, tienen claro que Jesús B. M., el hombre acusado de retener a su esposa e hija en su casa durante meses, «está mal de la cabeza, seguro». «Es un ´colgao´, siempre callado y mirando para abajo por la calle», insisten los residentes de la zona.

Con este hombre, del pueblo «de toda la vida», su vecina Antonia se ha llevado «un desengaño muy grande». «Lo conozco desde que era pequeñín y lo tenía en un pedestal», asegura a los periodistas la señora, que vive puerta con puerta con la vivienda en la que Mª José, de 66 años de edad, y su hija, de 29 (y con una deficiencia psíquica), sobrevivían, en un habitáculo lleno de basura.

A las mujeres «desde hace un año no las veo», calcula Antonia. Antes era distinto, rememora: «Yo salía a la puerta y la madre y la hija salían a hablar con nosotros».

Fueron los familiares de Mª José los que dieron la voz de alarma. «El hermano de la mujer vino una vez muy preocupado, diciendo que no le abrían. Estaba preocupado porque no paraba de llamar», apunta Conchi, la nuera de Antonia. De Jesús (que cobraba una paga y era voluntario en el local de Cáritas que hay en su misma calle), Conchi relata que era «muy hermético».

Después de que los parientes de Mª José acudiesen a la Policía, porque no había forma de comunicarse con la mujer, los municipales acudieron a la casa. Jesús les abrió la puerta. Su actitud ya era sospechosa. La Policía insistió hasta que pudo ver a las mujeres. Mª José se derrumbó y, ya a salvo, contó lo que le estaba pasando.

Del caso se ocuparon las Unidades Especiales de Seguridad Ciudadana de la Policía Local de Alcantarilla y la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional de Alcantarilla. A los agentes que hablaron con ella, Mª José llegó a decirles que llevaba un año secuestrada en su propia casa. También contó, indicaron fuentes policiales, que Jesús la había amenazado, a ella y a su hija, con un hacha y un cuchillo. Que no les daba las medicinas que necesitaban. Que no les proporcionaba alimentos.

Un extremo que destacaban ayer dos vecinas del portal de enfrente del número 46. «Ellas estaba gordas y el otro día, cuando vinieron a por la ropa, las vi sentadas en el coche y se habían quedado en ´na´. ¡Estaban desnutridas! Y con los ojos muy negros», señalaba una señora. Sobre Jesús, era concisa: «Está loco».

Otro vecino de la misma acera precisa que «soy vecino pero no duermo aquí. Las vi a ellas (Mª José y su hija) hace cosa de dos tres semanas sentadas en la puerta. Sentadas en la acera. En mi puerta, no en la suya. Nos dijimos ´buenas tardes´ y ya. Por eso, cuando he oído que las tenía encerradas... no sé».

Fuentes cercanas al caso explicaron que tanto el sospechoso como las dos víctimas podrían padecer serios problemas mentales. Se ha dado parte a Servicios Sociales sobre el estado de madre e hija, que, cuando fueron llevadas al Virgen de la Arrixaca para que se les realizase un informe médico, ya estuvieron arropadas por sus parientes.

La titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 1 de Murcia dejaba ayer en libertad con cargos a Jesús B. M. y solicitaba un «informe forense integral» para tratar de esclarecer el caso. Asimismo, establecía «una orden de protección para la madre y la hija, además de otras medidas de protección social que garantizan su seguridad mientras se realizan las primeras diligencias de investigación y a la espera de los resultados de los informes», concretan desde el TSJ de Murcia.