El templo de Nuestra Señora de la Asunción, en Las Torres de Cotillas, se quedaba ayer por la tarde pequeño para despedir a Antonia y su hijo Miguel Ángel, las víctimas del crimen de Martes Santo. Sobre cada uno de los féretros, un ramo de rosas rojas.

Vecinos del pueblo quisieron acompañar a los allegados de los fallecidos en un día duro. Agentes de la Policía Local y miembros de Protección Civil trabajaron en la zona. El dolor, el recogimiento y los abrazos fueron una constante. Las exequias tuvieron lugar ayer después de que se realizase la pertinente autopsia en el Instituto de Medicina Legal.

Por su parte, el padre de familia, Julio, se encuentra pasando unos días en casa de su hermano y su cuñada. Se encuentra todavía en estado de shock. Lo único que quiere es que Iván no sea el responsable del crimen.