El misionero y sacerdote ciezano Pascual Lucas Saorín regresa a Japón tras su primera experiencia en la archidiócesis de Osaka, donde estuvo desde 2001 a 2015. Y es que ha sido elegido como vicario general de Takamatsu por su obispo, Eijiro Suwa (cuyo nombre cristiano es Juan Apóstol). Tras obtener la licenciatura en Teología Pastoral en la Universidad Pontificia de Salamanca, el sacerdote diocesano llegó hace unas semanas a su nuevo destino en Japón. Y es que tras el periodo de estudio en Madrid, Saorín regresa al país nipón.

Con «sorpresa y responsabilidad», así asegura que vive este nombramiento a través del cual el obispo de Takamatsu le ha pedido que aporte nuevas ideas para la evangelización en esta diócesis donde tienen problemas para mantenerse sin ayuda externa. «La situación es precaria, así que no tenemos más remedio que trabajar más con menos medios. Japón es un país en crisis, una crisis muy profunda en todos los sentidos. La Iglesia no se escapa de esta realidad poco alentadora, aunque ello supone un motivo más para redoblar la esperanza», asegura.

«Como cura de la diócesis de Cartagena trataré de llevar la fe de nuestra Iglesia a estas tierras. Pido para ello muchas oraciones por las misiones y los misioneros, así como generosidad a los sacerdotes de nuestra diócesis para prolongar el 'sí' vocacional que le dimos al Señor y extenderlo a regiones y ámbitos donde el mensaje de libertad del Evangelio todavía no es conocido o está desvirtuado. Si la Iglesia no es misionera, no es Iglesia. Existimos para evangelizar», comentaba.

Takamatsu comprende cuatro provincias de la isla de Shikoku: Kochi, Matsuyama, Tokushima y Kagawa, cuya capital Takamatsu es la que da el nombre a la diócesis. Se trata de una isla situada al sudeste de Japón, muy montañosa y rural, con mayor vida industrial en las zonas costeras. Tiene unos seis millones de habitantes, de los cuales sólo unos 4.500 son católicos. «Sí, no es un error. Una diócesis de 4.500 cristianos, con una veintena de parroquias y poco más de treinta sacerdotes que han de abarcar una zona muy amplia, montañosa y de un budismo muy profundo», destaca.

La Iglesia es muy reconocida en Japón por su labor social, sanitaria y educativa. Según Saorín, «son muchos los cristianos de corazón que no acaban de dar el paso para recibir el Sacramento del Bautismo, pero en su interior reconocen a Jesucristo como alguien más que un profeta y la Virgen María ocupa también un lugar muy importante en la espiritualidad de muchos japoneses, sobre todo de los que han pasado por las escuelas católicas».