Cuando faltan menos de 60 días en caravaca para poder sentir el amanecer de un nuevo dos de mayo, los nervios festeros comienzan a ponerse a flor de piel. Mientras que en bajos y tallares el trabajo es maratoniano para colocar el oro y terminar de bordar la seda que lucirán los caballos enjaezados, cientos de personas se congregaban ayer en la cuesta de entrenamiento para poder disfrutar de trepidantes carreras que fueron el aperitivo de lo que sucederá al mediodía del 2 de mayo, cuando las sesenta peñas que forman el Bando de los Caballos del Vino tengan que subir la cuesta al galope. Durante la jornada, el equipo veterinario de la Universidad de Murcia estuvo al cuidado de los caballos para controlar su estado de forma.