Ni los tres grados de temperatura que marcaba el termómetro a las nueve de la mañana ni el cambio de fecha de la romería modificaron ni un ápice el ritual inquebrantable que todos los años cumplen los fieles de Totana: una marea de devotos se agolpaba a las puertas de la Iglesia de Santiago para acompañar a su patrona, Santa Eulalia, en su regreso a su santuario, en el corazón de Sierra Espuña, después de un mes residiendo en la ciudad.

Tras una mañanera eucaristía en Santiago, los Hermanos de la Santa portaban a hombros a la imagen, que lucía su traje rojo martirio. A su lado marcharon miles de personas, entre familias y vecinos, todos bien abrigados, y también con sus mascotas. Por el camino se vieron carruajes, caballos, ponis y muchos perros.

A su llegada al santuario, el atrio de la ermita albergó otra misa, cuya música la puso la Tuna de Totana. La romería se convertía, como es tradicional, en una gran jornada de convivencia en los alrededores del paraje, donde miles de personas se reunían para pasar el día comiendo viandas y platos típicos de la zona como arroces y migas.