Caravaca recupera una pieza más de su historia. Y es que la consejería de Turismo, Cultura y Medio Ambiente ha restaurado el Libro de Estado o Libro Becerro del convento de los Carmelitas Descalzos de la localidad y ha realizado una edición facsímil de 300 ejemplares que recoge la historia y evolución del convento de esta orden mendicante fundada por Santa Teresa y San Juan de la Cruz. La obra se presentó en Murcia y después en Caravaca.

El consejero de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, Javier Celdrán, presentó en el Archivo General de la Región, junto al prior del Convento de Nuestra Señora del Carmen de los Carmelitas Descalzos, Pascual Gil, «esta joya documental que forma parte del rico patrimonio y de la historia de la Región; una obra de excepcional importancia muy valorada tanto por los miembros de la orden como por estudiosos y expertos de la mística cristiana y de la herencia cultural de Occidente que facilitará el estudio y difusión de la orden carmelita y su trascendental importancia».

Desde la fundación del edificio, en 1587, por parte de San Juan de la Cruz, el texto recoge las propiedades y pertenencias del convento, sus bienes y derechos, así como los enterramientos y semblanzas biográficas de los frailes y hermanos que lo habitaron. También incluye los avatares, dichosos y desgraciados, sufridos por la institución. Los documentos más abundantes están datados en los siglos XVII, XVIII y principios del siglo XIX, apuntan desde el Ejecutivo regional, aunque también contiene otros muchos del XX e incluso del siglo XXI.

En cierta manera, señalan las mismas fuentes, el Libro de Estado es una obra de administración diaria e incluso contable, pero con los exhaustivos datos que contiene es asimismo «un tesoro documental que permite investigar aspectos históricos de toda índole, dando a conocer el devenir diario, doméstico, de la vida conventual de la época». Además, se conoce con el término Libro Becerro porque era el usado para designar a los libros encuadernados en la piel de este animal dada su importancia, ya que se consideraba que se conservaban mejor.