Un hombre de 66 años, cuya identidad no ha sido facilitada, llamó a la Policía para pedir que sacasen de su casa a una trabajadora sexual a la que se negó a pagar su tarifa, pese a que la había contratado días antes por Internet, informaron fuentes cercanas.

Ocurría el pasado sábado, en una vivienda de Molina de Segura. El varón telefoneaba a la Policía Local para explicar que en su domicilio había una joven que decía que no iba a marcharse hasta que él no le entregase el dinero que habían pactado por prestarle sus servicios sexuales durante días.

Hasta la vivienda se desplazaron agentes de la Policía Municipal, que encontraron allí a la chica y al hombre que había llamado. Según admitió él (un empresario de la localidad), había contactado con la mujer a través de la web de las ´sugar baby´.

Se trata de un fenómeno procedente de Estados Unidos que desde hace meses ya se da en España. Una dinámica de relaciones entre hombres maduros y acaudalados (´sugar daddies´) con mujeres jóvenes (´sugar babies´). Ellos proporcionan a las chicas un ambiente de lujo y grandes cantidades de dinero. Mientras tanto, ellas ofrecen su compañía, que puede o no incluir el mantener relaciones sexuales, según el acuerdo alcanzado entre ambos adultos.

El empresario admitió ante la Policía que la chica había viajado desde Madrid hasta Albacete, donde él la había recogido para llevarla consigo a Molina de Segura. Habían pasado juntos en la vivienda tres días, durante los cuales mantuvieron relaciones sexuales por las que existía un precio acordado: 150 euros por día.

En este sentido, la joven, sudamericana de 25 años de edad, explicó a la Policía que el hombre le debía 450 euros, y manifestó que no se iría de la casa hasta que no cobrase el dinero por su trabajo.

Los agentes indicaron a la chica que podía denunciar al hombre por incumplimiento de contrato, pero la instaron a abandonar el domicilio. Finalmente, ella accedió a marcharse con los policías, aunque explicó que no tenía dinero para salir de la Región.

El hombre que la había contratado llegó a decirle entonces que le daba «cincuenta euros» para que se buscase la vida.

El cliente insistió en que no abonaría los 450 euros pendientes porque «lo que había contratado no era lo que había», en referencia a los genitales de la trabajadora, una mujer transexual que no ha pasado por quirófano y conserva su pene y testículos.

La chica llegó a Barajas desde el continente americano a finales de noviembre. Lo hizo con un pasaporte donde figura su nombre de varón asignado al nacer. Se alojó entonces en un hotel de Madrid y días después se desplazó a Albacete, y de ahí a Molina.

Horas después, el empresario se presentó en dependencias policiales para explicar que estaba recibiendo en su móvil mensajes amenazantes de parte del entorno de la chica. Le decían que «iban a ir a por él» y que pagaría «hasta el último céntimo». La Policía aconsejó al hombre que denunciase estas amenazas.