Hay que remontarse a la década de los años 60 del siglo pasado para encontrar los orígenes de la primera barbería en la pedanía de La Hoya. Estamos hablando de la barbería del Tío Sebastián, regentada por Sebastián Martínez, casado con Melchora Campos, padres del que luego fuera alcalde pedáneo de la población, Sebastián Martínez Campos, cuya tarea principal era la de cartero del pueblo. La barbería estaba situada en un pequeño local junto a un brazal de aguas turbias, entre las carreteras de Hinojar y Nueva, respectivamente. El lugar era muy característico porque del pequeño grupo de casas que había en el entorno, erguía una frondosa higuera que facilitaba aire fresco durante el verano y refrescaba las ideas después de un buen corte de pelo.

El Tío Sebastián era un hombre serio, encorvado y de pocas palabras, pero de buenos hechos porque de allí salían los clientes con un 'pelado' a la moda del momento y, a veces, con algún que otro trasquilón. La pequeña barbería se utilizaba también como despacho para el reparto del correo, si bien hay que tener en cuenta que su hijo fue cartero, antes que alcalde pedáneo. A este lugar solían, por tanto, acudir los vecinos a recoger la correspondencia cuando aún no existía el reparto a domicilio, algo que casi 60 años después todavía no se ha producido, si bien hay que reconocer que la asociación de vecinos ha puesto en marcha, en colaboración con Correos, un sistema de buzones en el que cada vecino puede recoger su correspondencia, aparte de la oficina ubicada en el antiguo colegio.

Por motivos de edad, el Tío Sebastián el barbero tuvo que abandonar la actividad dando paso, muy cerca de allí, a otro profesional más joven, ya jubilado, Francisco Peñas Quiñonero. Su procedencia era de la pedanía de Aguaderas y durante bastantes años ejerció la actividad que compaginaba con la de carpintero aunque en esta última recibía la ayuda de su hijo Lorenzo. Francisco Peñas era igual de serio en el trabajo que su antecesor, Sebastián Martínez, aunque ejerció con una gran profesionalidad hasta su jubilación. La barbería estaba situada cerca del paso a nivel de La Hoya, en la misma Carretera de Hinojar. A estos maestros del pelado y afeitado les siguió después Joaquín Castillo López, que instaló su barbería en el barrio de San Víctor aunque la mayor parte de su labor profesional la desempeñó en Totana hasta su jubilación, siguiendo el testigo uno de sus hijos.

Las mujeres, por su parte, eran atendidas para este menester en la peluquería de Trini, hija del capataz de la estación del ferrocarril. El servicio lo prestaba en su domicilio situado también junto al paso a nivel donde residía la familia. Trini fue durante muchos años la peluquera oficial de las mujeres de La Hoya hasta que dejó la profesión para marcharse a Barcelona, tras contraer matrimonio con Baltasar Murcia Jiménez.

A raíz de ahí fueron surgiendo nuevas peluquerías tanto para mujeres como para hombres, atendidas actualmente por grandes profesionales masculinos y femeninos totalmente identificados con la moda y el momento actual. Lo importante es poder atender, como se merece, a la clientela en una pedanía de Lorca que sobrepasa ya los 4.000 habitantes. Es ese sentido hay que decir que la pedanía está muy bien servida.