Antonio Pérez Moreno, conocido en todo el Valle de Ricote como 'Antoñele', cree que el órgano de la Iglesia de San Sebastián de Ricote, el más antiguo de la Región, tiene «alma propia». Sin embargo, los que conocen a este hombre, de 74 años y que lleva 30 haciendo sonar el viejo artilugio, creen que su auténtica esencia es él.

Acude al antiquísimo templo a tocar cada vez que alguien se lo pide y, por supuesto, todos los sábados en la 'Misa de 7' y los domingos en la de mediodía. Es totalmente autodidacta, ya que nunca dio clases de solfeo, pero quien tiene el privilegio de escucharlo cantar, a la vez que sus manos se deslizan por el teclado, se siente cerca de lo celestial.

«Yo creo que es algo que me ha caído del cielo, porque yo toco de oído y no sé solfeo. No tengo partitura, todo lo tengo dentro de mi cabeza», explica Antoñele mientras mira con orgullo uno de los grandes tesoros del Valle. «Me he hecho a mí mismo», dice, y recuerda que su escuela «ha sido la vida misma». «He pasado escasez de comida, de bebida y de ropa, pero no del cariño que me han dado mis vecinos desde que me quedé huérfano de padre a los cinco años».

Sus dotes como organista, con la interpretación de piezas cantadas hasta en latín, han saltado incluso fuera de su Ricote natal, porque ha tocado en Cieza, Abarán, Blanca, Archena, Ojós, Ulea, Orihuela, Lorca y hasta en varias iglesias de Murcia Capital, entre otros municipios.

Construido en 1743

Construido en 1743'Antoñele' insiste en que el órgano de Ricote es especial. «Hay que tener en cuenta que data del 1743 y han venido concertistas de Francia, Austria, Alemania, Italia y otros muchos países europeos, y todos estos grandes músicos siempre han coincidido en una cosa: este instrumento tiene alma y vida», exclama el septuagenario tocador.

En casi 300 años de historia, el órgano, creado por Joseph Meseguer gracias a la aportación de la familia Sancho de Llamas, ha sido desmantelado en varias ocasiones y hasta vivió de cerca las llamas de la ola de odio durante la II República y la contienda civil. Sin embargo, se libró del fuego. Después, ha ido sufriendo diferentes agresiones hasta que en los años 80, la Comunidad Autónoma decidió restaurarlo gracias a la iniciativa del cura Don Manuel, incluyendo su traslado a Cuenca, donde se encuentran los mayores especialistas en restauración de órganos, los hermanos Desmottes.

El constructor del órgano fue Joseph Meseguer en 1743. Tiene estética y composición barroca y es uno de los más antiguos, junto con el de la Iglesia Parroquial de Aguazas, que se conserva en nuestra Región. Su valor es mayor si cabe porque ha llegado hasta nuestros días conservando buena parte de su cañutería.

Se sitúa en una tribuna en el llamado 'coro alto' de la iglesia, ubicado sobre la entrada. La caja del órgano es de estética barroca, de madera de pino policromada, con marmorizados en tonos verde-azulados, rojizos y cremas. En la parte superior de la fachada y las pilas tras que separan los castillos hay tallas con motivos vegetales dorados.

La fachada, de cortina, está adosada al muro y carece de trasera, techo y prácticamente de costados. Tiene cinco castillos separados por pilastras, los tres centrales con dos alturas en los que se disponen tubos labiales con las bocas doradas.

El órgano ha experimentado numerosas restauraciones. La última de ellas concluyó en el año 2004 y fue llevada a cabo en el taller de los hermanos Desmottes financiada por la Comunidad.