Diatessaron, Orpheus Music y Coro Arsis, tres de las formaciones de música coral más destacadas de la Región, se dieron cita la noche del pasado sábado en la iglesia de El Salvador de Caravaca de la Cruz, para protagonizar Canto de Difuntos, una actuación que trascendió de los patrones habituales del concierto clásico.

Con el retablo barroco, originario de la Iglesia de la Compañía de Jesús, como telón de fondo empezó el concierto con el Padre Nuestro ( Pater Noster) de Igor Stravinsky; siguió con un repertorio de canciones que evocaban a la muerte, tanto cristianas como paganas de Giovanni Pierluigi, John Dowland, Jouzas Naujalis, Fernando Sor, Fran Biebl, William Byrd, Alonso Lobo y Heinrich Shüt, interpretadas por los tres coros de manera individual.

En la segunda parte, se juntó toda la masa coral de más de 70 personas, a la que se unió 17 instrumentos de viento del Conservatorio Leandro Martínez Romero. En primer lugar, se interpretó el famoso Begräbnisgesang ( Canto de Difuntos) de Johannes Brahms, para seguir con el estreno de Xibalbá, obra de inspiración maya del compositor murciano Jaime Belmonte, quien explicó que «el vínculo histórico del Día de los Muertos entre el rito católico y pagano se veía reflejado en este concierto: música y coro rodea al público, literalmente, haciendo de este concierto no sólo una extraordinaria experiencia artística, sino una profunda reflexión espiritual».

Tras establecer la estética funeraria del concierto, el coro rodeó al público, consiguiendo traspasar la frontera del inframundo hasta el casi infinito viaje que supone atravesar la cueva. Un viaje que comienza con los sonidos del agua, el único diapasón capaz de contar el tiempo en el más allá.

La obra finalizó en un impetuoso caos, que sumió en penumbra al templo por un instante. La oración más importante del cristianismo devolvió la luz a la iglesia; un grandioso Credo in unum Deum de Anton Bruckner puso el cierre.