El otoño ya ha llegado a los campos de Cieza llenando la localidad de una variedad de tonos que la convierten en un auténtico espectáculo. El fotógrafo ciezano Fernando Galindo lleva años inmortalizándolo y ha encontrado otro filón turístico digno de explotar. A su ya consabido descubrimiento sobre la floración en los campos del municipio, el retratista está ahora sumergido en otro proyecto en aras de inmortalizar el incomparable espectáculo que durante estos días se puede contemplar con la llegada del otoño. Y es que pasear en noviembre y diciembre por la huerta y por el Paseo Ribereño de Cieza seduce hasta a los más insensibles. Sobre todo por las tardes, y cuando el sol empieza a deslizarse a lomos de la Atalaya, un dorado de fantasía se adueña de todo el entorno. Las hojas de los chopos, los álamos, sauces y demás especies que pueblan este rincón de ensueño se tuestan de un ocre otoñal que hipnotiza a cualquiera.

Pero no solo es de cuento de hadas presenciar el crepúsculo junto al río Segura. También lo es en plena huerta, porque al igual que sucede en la floración, los melocotoneros, albaricoqueros y perales que habitan en miles de hectáreas de terreno, van adquiriendo distintas tonalidades según la especie a la que pertenezcan. Y con ello, un inmenso mar de rojizos, granates y amarillos se pierde en un poético horizonte digno de no perderse. «Es algo que tienes que sentir en lo más hondo, y de esa forma puedes después plasmarlo en una fotografía», explica Galindo mientras pasea por el entorno del aula de la naturaleza, situada junto al Segura. El intrépido fotógrafo quiere publicar un libro que mostraría las mejores estampas del otoño ciezano. «Aún no sé cuándo podrá ver la luz, pero la idea es que este espectáculo se conozca cuanto más mejor, y que sea un reclamo turístico para el municipio», explica el fotógrafo, que enfatiza entusiasmado sobre el espectáculo que «puede contemplarse en los campos por las increíbles tonalidades que adquieren los árboles frutales en esta época del año».

MÁS DE UN MILLÓN DE FOTOS

Fernando Galindo comenzó a tirar fotos a finales de los 60, retratando sobre todo la Semana Santa de Cieza y la feria de agosto. Después se lanzó al mundo de la fotografía paisajística, siendo el primero en realizar reportajes sobre la floración que se produce en primavera en los árboles frutales. Sin embargo, el objetivo de Galindo se ha fijado en otros elementos, tales como sus propios vecinos. Así, presume de tener retratados a primer plano a más 10.000 ciezanos, todas las calles de Cieza y los principales acontecimientos que se han producido en la ciudad en los últimos años. Es además un asiduo del mercado semanal de los miércoles, del que posee más de 50.000 fotografías y casi medio millón de la vida cotidiana de sus convecinos. Todo ello lo tiene almacenado en casi medio centenar de discos duros de ordenador que guarda como oro en paño.

Su periplo no se circunscribe a Cieza, puesto que es también poseedor de miles de fotografías de la paisajística pirenaica, de Cueca y de los carnavales de Venecia y Tenerife. Galindo quiere aprovechar para hacer un llamamiento a las autoridades con objeto de que no dejen pasar la oportunidad que la naturaleza también le ofrece al municipio en otoño.